El temor y la indignación son compartidos, los vecinos de la colonia Chulavista, de Cabo San Lucas, agradecen a la vida —o a su dios— que no murió nadie durante el colapso del edificio de cuatro pisos por los efectos de la tormenta tropical Lidia.

Vivieron una noche “infernal” y en el abandono, expresan; lo único que hicieron fue apoyarse entre ellos. No tuvieron de otra.

A pesar de que tenían antecedentes de daños en la colonia debido a que desde el huracán Odile sufrieron los estragos, ninguna autoridad se presentó en el lugar para evacuarlos.

“Estuvimos solos y que se sepa: nadie nos vino a ayudar. Que no digan otra cosa. Desde Odile pedíamos la reubicación y mire lo que pasó”, expresa Margarita, vecina del fraccionamiento construido por la empresa Homex.

La noche fue eterna. Observaban cómo la corriente crecía e iba carcomiendo el terreno hasta que, hacia las 10 de la noche, el edificio colapsó.

“Se escuchó horrible. No lo podía creer. Nos asustamos muchísimo. Yo vi una puerta abierta del segundo piso y pensé que alguien se había quedado atrapado, pero al parecer no, todos salieron antes”, relata Jessi Marieli.

Presas de pánico. Cuando pasó, los vecinos de los edificios contiguos entraron en pánico. Comenzaron a llamar a las autoridades, pero nadie atendió, asegura Jessi.

“La gente se fue cuando empezó a ver el agua, y luego entre nosotros nos ayudamos dándonos asilo. Algunos se fueron de la colonia, arriesgándose en plena tormenta”, relata.

El fraccionamiento se construyó hace casi tres años, platican los vecinos, algunos adquirieron sus viviendas por créditos de Infonavit o Fovissste. El panorama era “de puras flores”.

“Una calle bonita, pavimentada, todo muy bien arreglado. Pero en cuanto llegó Odile, todo cambió. Los edificios se movían y el agua se nos trasminó. Pedimos la reubicación o que alguien nos respondiera, pero nada”, acusa Margarita.

Por eso cuando escucharon la noche del jueves los sonidos de la fuerza del arroyo entraron en pánico. A la mañana siguiente les tocó consolar a los dueños de los departamentos.

“Una muchacha que es madre soltera y vive con su niña estaba devastada. Era un mar de lágrimas, pobrecita”, detalla la mujer.

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