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Chihuahua.— Idalia, con 68 años de edad a cuestas, pasó los últimos ocho años esperando el regreso de su hijo Amir, quien desapareció en julio de 2011 en Ciudad Cuauhtémoc. El pasado fin de semana, la mujer agradeció la posibilidad de despedir los restos de su hijo y colocarlos en el panteón, al igual que otras 14 familias con historias similares.

Amir tenía 30 años, se dedicaba a la mecánica y a cuidar a sus dos pequeños hijos, de dos y tres años, hasta que un día sus familiares no supieron más de él.

En octubre de 2011 trascendió el hallazgo de un gran número de restos óseos calcinados y multifragmentados en los ranchos Dolores, El Mortero y la Brecha Porvenir, a unos 40 kilómetros de Cuauhtémoc; sin embargo, el Estado no tenía la capacidad técnica para identificarlos y así se lo hizo saber a Idalia y otras familias.

Fue hasta hace dos años, en diciembre de 2016, cuando la fiscalía local firmó un convenio de colaboración con el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (Cedehm) y el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para analizar 43 contenedores con fragmentos óseos, de donde se seleccionaron 223 que presentaron la posibilidad de brindar información genética.

“Del procedimiento se obtuvieron 29 perfiles genéticos individuales, que al compararse con los de familiares de 140 personas desaparecidas, resultó la identificación de 15”, explicó la doctora Mercedes Doretti, jefa del equipo argentino de forenses.

Durante dos años, el grupo trabajó en el análisis de los restos seriamente afectados por el calor y el fuego, mientras madres, como Idalia, esposas y hermanos se negaban a continuar su vida hasta saber la verdad.

En una ceremonia privada, el pasado fin de semana, la fiscalía entregó los restos óseos de 15 personas. Con la fotografía de sus seres queridos y una flor en mano, los familiares de las víctimas tuvieron un acercamiento a los restos para después darles el último adiós en el panteón. Fue así como cerraron un ciclo lleno de incertidumbre.

Idalia acudió con sus nietos, que ahora tienen 10 y 11 años; ellos tienen vagos recuerdos de su padre, pero los amigos de la familia siempre les dicen que Amir era muy buen papá.

Al concluir la ceremonia, la mujer hizo uso de la palabra y rompió en llanto. Agradeció el apoyo de los forenses, de la fiscalía y de todos los que, más que un apoyo profesional, le ofrecieron su amistad y solidaridad en momentos difíciles: “Mi eterno agradecimiento, me devolvieron a mi hijo y ya pude darle cristiana sepultura”.

En tanto, el fiscal, César Augusto Peniche, ofreció una disculpa a nombre del Gobierno del Estado: “Pido una disculpa a todas las familias que aún no tienen tranquilidad y que no cuentan con una respuesta”.

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