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Nueva York.— At eternity’s gate, la nueva cinta de Julian Schnabel, reconocido pintor y cineasta con películas como Antes que anochezca y La escafandra y la mariposa, es un homenaje a los años más duros de la vida de Vincent Van Gogh.

En ella se puede ver el sufrimiento de un pintor rechazado y no entendido por la sociedad de su época pero también la cercana relación con su hermano Theo y el profundo amor que se tenían.

La relación del pintor con la naturaleza, sus momentos de locura y desasosiego pero también sus reflexiones (ficcionadas por el propio Julian que dice haber puesto en boca de Van Gogh —interpretado por el actor Willem Dafoe—, lo que él piensa del arte y de la pintura y quería que se supiera), son el eje central de esta historia que parece haber estado en la mira de Schnabel durante décadas pero que, según contó el propio director en la rueda de prensa tras la presentación de la cinta en el Festival de cine neoyorqino, ocurrió todo lo contrario.

“La verdad es que nunca quise hacer una película de Van Gogh pero todo el mundo asumía que yo sabía todo acerca de su vida, con lo cual acabé pensando que quizá sería una buena idea hacerlo”, confesó provocando las risas del auditorio.

“…Y un día en el que Jean-Claude Carrière (el guionista de la película) y yo visitamos el Museo de Orsay en París, tuvimos una especie de revelación. Pero que mejor lo cuente el propio Jean-Claude porque a él fue al que le ocurrió todo”, dijo cediéndole el microfóno al escritor y guionista de más de un centenar de películas.

“Estábamos ahí mirando un autorretrato de Van Gogh y sentí que él nos estaba mirando, que nos decía que teníamos que contar su historia, que todos esos cuadros nos estaban transmitiendo algo. Fue algo muy intenso, como si su presencia en verdad estuviera con nosotros”.

La filmación, según explicaron, también fue muy rápida porque en pleno rodaje les recortaron la financiación. Pero el guión era tan sólido y todos estaban tan mentalizados a hacerlo posible que terminaban lo planeado para el día en unas cuantas horas, recordó Willem Dafoe.

“A pesar de que conozco muy bien a Julian, este rodaje fue muy peculiar porque todos llegábamos sabiendo perfectamente lo que teníamos que hacer, las líneas, los encuadres, todo estaba preparado al milímetro. Muchas veces para la hora del lunch ya habíamos terminado y el resto de la tarde nos poníamos a pintar juntos, a caminar, a recorrer la naturaleza, charlar y disfrutar. Suena un poco raro pero de ahí surgieron los momentos más fascinantes y fue una experiencia que disfruté muchísimo”, contó el protagonista del filme.

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