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Chavela Vargas y Mercedes Sosa cantaban el verso donde se afirmaba que le gente vuelve siempre a los sitios donde amó la vida y eso le está pasando a Maldita Vecindad.

Ahora mismo ensayan en la colonia Santa María la Rivera, donde iniciaron hace más de 30 años y el próximo sábado se presentarán en la Capa Astros, lugar donde hace dos décadas presentaron su álbum El circo.

“Siempre hemos estado, ahora es loco porque hemos vuelto a ensayar en esa colonia, después de 32 años lo estamos haciendo tras ensayar en varios lugares”, exclama Roco, el vocalista de la agrupación.

A fin de cuentas, señala Aldo, a ellos les tocó abrir cierta brecha. Cuando salió ese álbum que festejan ahora junto con números acrobáticos, la industria desconocía qué hacer.

“Nadie sabía cómo vender esos productos y nosotros ya estábamos ahí”, recuerda Aldo, el bajista.

Roco sonríe un poco al escucharlo. Porta uno de los cuatro trajes de pachuco que usa constantemente. Y agrega hablando de lo premonitorio que fue el álbum de donde se extrajeron varios éxitos como “Kumbala”. Así que ese pasado, dice, está más vivo que nunca.

“Esas pequeñas historias (del disco) siguen vigentes, nosotros visualizamos en “Solín” a un faquir que entonces no existía y ahora es común que un chavo ponga la camiseta en el suelo y se acueste sobre vidrios.

“O en ‘El circo’ un espacio sonoro de voces, que ahora se maneja como sonósfera, cada canción era un capítulo de una historia más grande que se estaba contando”, expresa Roco.

Los tiempos cambian. Cuando surgió Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, a mediados de la década de los 80, México era otro. Grupos nacionales cantaban en inglés y en ese idioma eran sus nombres como el del entonces Three souls in my mind, con Álex Lora.

Y coincidió con el terremoto de 8.1 grados en la Ciudad de México, del 19 de septiembre de 1985.

“Empezamos a ver, como ahora, los movimientos de los damnificados en Morelos, Roma, Tepito, en Santa Julia y entonces nos íbamos a tocar a los campamentos”, señala Pato, el guitarrista de la agrupación.

Los éxitos fueron quitándoles, narra Roco, la calle, esa de la que se fueron nutriendo por años.

Si el cantante iba al restaurante de siempre, la mesera que normalmente la atendía no sólo le pedía un autógrafo, sino varios para la familia.

“Grupos de la escuela se iban de ‘pinta’ y cuando salía de la vecindad en que vivía, ahí estaban esperando para el autógrafo”, rememora.

En estos años, Maldita Vecindad ha intensificado actividades con comunidades rurales. Y sobre El circo hay tesis, ensayos y músicos que les han dicho, decidieron meterse al medio tras escucharlo.

El pasado no los deja y a ellos, lejos de molestarles, les dice que algo hicieron bien.

“Para el sábado vamos a tocar el disco y otros temas más, algunos tributos, arreglos, podemos cantar por horas”, señala Pato.

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