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Con su guitarra Fender en la mano derecha, George Harrison brinca el barandal que está en la azotea. Paul McCartney recarga su bajo Höfner en el tom de piso de la batería; Ringo se agacha para pasar por debajo de una valla. John Lennon desconecta su guitarra Ephipone.

Los cuatro van hacia la estrecha puerta que los lleva de regreso al interior del edificio ubicado en el número 3 de Savile Row, en Londres. Delante de ellos va el tecladista Billy Preston.

Cuando se cierra esa puerta, la historia del rock ha cambiado. En eso coinciden fans, expertos, melómanos y hasta detractores de The Beatles; todos aceptan que el concierto en la azotea sucedido el 30 de enero de 1969 es una marca en la cultura del siglo XX.

Ya se sabe que fue la última vez que tocaron en vivo. En revistas y libros se ha enumerado un montón de curiosidades que sucedieron ese día (por ejemplo, que se le pusieron medias de mujer a los micrófonos para aminorar el ruido del aire). Especialistas han historiado el momento crítico que vivía la banda (la pelea más agria entre Paul McCartney y George Harrison había sucedido días antes).

Pero la razón por la que esos 42 minutos de concierto (en los que tocaron 10 temas) se convirtieron en un hito que muchas otras bandas han replicado, todavía es motivo de reflexión.

Julia Palacios, maestra en Sociología y doctora en Historia por la Universidad Iberoamericana, ensaya una explicación: “The Beatles tomaron por sorpresa a transeúntes y habitantes del elegante barrio londinense de Mayfair, fue un acto transgresor que requirió de la actuación policiaca para que pudiera regresar la calma y tranquilidad al número 3 de Saville Row”.

Jorge Soto, especialista con más de dos décadas de experiencia en el mundo de la música, explica que la magia de ese acto estuvo en su sencillez: “Fue un evento agridulce porque la asociación de la banda estaba por disolverse. Aún así, tuvieron la audacia de subirse a la azotea para cantar algunas canciones”.

Audacia y transgresión son las palabras que explican la razón por la cual, medio siglo después, en la memoria colectiva permanece la imagen de Lennon con su abrigo de pieles, McCartney con su look de barba, Harrison y sus tenis deportivos, Starr con la chamarra que le prestó su esposa y Billy Preston en la esquina de la azotea con una sonrisa franca.

“Me gusta pensar que este último concierto de The Beatles es un acto de transgresión”, dice Palacios. Las escenas de la policía tratando de dispersar a la gente en la calle, así como los elementos de Scotland Yard entrando al edificio y dialogando luego en la azotea con Mal Evans (amigo de toda la vida de The Beatles) para terminar con el “ruido”, le dan la razón a la doctora Palacios: The Beatles fueron unos transgresores hasta el último de sus conciertos. Lo fueron cuando tocaron en Shea Stadium (fue la primera banda en hacer conciertos de ese tamaño) y más atrás en el tiempo, cuando se presentaron en el Royal Albert Hall y Lennon soltó la frase: “La gente sentada en los asientos baratos puede aplaudir… el resto haga sonar sus joyas”.

Ese mismo espíritu siente Julia Palacios cuando se suben a la azotea. “Están irrumpiendo la tranquilidad de una zona elegante, llega la Policía para pedirles que se callen porque tocan con un volumen muy alto… me parece muy simbólico ese momento, porque no intencionalmente hicieron un acto transgresor al tocar en la azotea, lo hacían por divertimiento”.

El atrevimiento de The Beatles es también el signo de una época que agonizaba: la del amor y la paz como la única revolución posible. Soto resume aquellos días en una frase: “El año 69 es también el de Woodstook. Es la cúspide del hippismo pero también su caída porque viene el Altamont Speedway Free Festival”. Este festival es donde la actuación de los Rolling Stones se ve opacada por el asesinato de una persona del público, además de tres muertes accidentales.

El final. De vuelta a la azotea, vale reccordar que la actuación de los elementos de la Scotland Yard no fue lo espectacular que esperaba el baterista Ringo Starr, quien se sintió decepcionado por no ser llevado a rastras por los policías:

“Hubiera sido genial terminar el concierto en la azotea con un titular ‘Beatles acaban concierto en la cárcel’”, bromeó el músico al recordar cómo les pidieron concluir ese concierto en el documental Anthology, de 1995.

Aquella presentación pasó a la historia por ser la última en la que los cuatro Beatles actuaron en vivo juntos, “después de eso no los volvimos a ver”, por lo que tiene un significado muy relevante el concierto de la azotea, señaló la especialista en temas musicales.

The Beatles: medio siglo en la azotea
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