El mundo pandémico nos obligó a llevar una dieta estricta de diversión, que consistió básicamente en picotear tardes de streaming desde nuestros sofás, mientras digeríamos el mal sabor de la realidad que se cocinaba fuera de nuestras casas.
Era lógico que, una vez que acabó el ayuno y regresaron los tan esperados eventos públicos, el hambre por nuevas experiencias al aire libre se intensificara. Desafortunadamente, los ingredientes ya no eran los mismos, para empezar, la inflación había amargado con altos costos casi todos los sectores, incluido el entretenimiento.
¿Qué tan caro es salir a divertirse en el mundo postpandémico? Más de lo que la mayoría puede saborear. En el caso de México, donde el promedio de ingresos mensuales, según la OCDE, es de 13 mil 500 pesos y el Índice Gini —que mide la desigualdad en la distribución de la riqueza— es elevado (45.4), las experiencias implican un gran desembolso.
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Para simplificar esta idea, EL UNIVERSAL hizo un análisis de costos utilizando el Índice Big Mac, una medida de poder adquisitivo cuya receta inventó The Economist en 1986.
Esta consiste en comparar cuánto cuesta la hamburguesa Big Mac de McDonald’s en distintos países. Dado que es un producto que se genera localmente pero se vende globalmente, su precio puede ser un indicador útil para ver las diferencias de poder adquisitivo de las personas y las variaciones en los tipos de cambio entre monedas.
“Sobrevivo por pura ansiedad”
Los precios de los conciertos en México suelen estar por encima de la media de otros países y en paridad con Estados Unidos, pero hay experiencias, como las VIP, que son incluso más elevadas. El concierto de RBD, por ejemplo, incluye una experiencia de 13 mil 500 pesos, algo que supera las de los shows de Taylor Swift y Beyoncé en Estados Unidos.
La Big Mac en México ha subido de precio en los últimos meses, pero de acuerdo con datos del primer trimestre de 2023 de Statista, su valor rondaba los 3.92 dólares, frente a los 5.14 en Estados Unidos. Para asistir al show más costoso en ese país (Beyoncé en MetLife Stadium de Nueva Jersey), una persona tendría que comprar 146 hamburguesas.
En México, el concierto de RBD equivaldría a comprar 44 más, casi 190 hamburguesas.
Esto se torna más agridulce si tomamos en cuenta que, en promedio, una persona en Estados Unidos gana al mes el equivalente a mil 149 Big Macs, mientras que un mexicano sólo puede adquirir 190, justo lo que necesita para asistir al show VIP de RBD.
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El teatro no se salva. Otro evento que, como el de RBD, aboga a la nostalgia, la obra de Vaselina Timbiriche, tiene precios muy elevados, incluso para los estándares de Broadway.
En este índice, una persona necesitaría cubrir el costo de 90 hamburguesas para adquirir un boleto de 6 mil 300 pesos. Mientras que el promedio de las obras en la Gran Manzana es menor, incluso en zonas exclusivas. Como en los montajes Aladdín (44 Big Macs) y El Rey León (68) y Hamilton (76).
Para el análisis, se tomaron en cuenta precios de España, Argentina, Egipto y Corea del Sur, países de distintos continentes. En todos estos, los costos de entretenimiento son menores que en México. En España, por ejemplo, donde el ciudadano promedio gana al mes el equivalente a 616 Big Macs (frente a las 190 de México), las obras de teatro más exitosas, como El Rey León, Aladdín y Mamma Mía! no rebasan las 40 Big Macs.
Argentina y Egipto han tenido un mal desempeño económico, en especial con una inflación elevada que, en 2022, llegó a al 94.80% y 13.90% respectivamente, frente al 7.9% de México, lo que encarece todos los productos y hace difícil el acceso al entretenimiento. Pese a ello, el país sudamericano tiene propuestas abundantes y debajo de la media: ocho hamburguesas para teatro y 28 para conciertos.
En este menú, México sólo sobresale en un platillo: el cine, para ver una película sólo se necesita prescindir de una hamburguesa, mientras que en otros países, como Corea y España, de dos. Con información de César Huerta y Sughey Baños