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Y de pronto se abrieron las cortinas moradas del restaurante y apareció Paris Hilton. Subió los escalones a la terraza donde hacía juego con las flores, cocteles y perfumes colocados estratégicamente en varios puntos del lugar. Se contoneó suavemente con su abrigo y vestido color rosa (similar al rose gold de su perfume) y saludó a los 43 fans con las manos.

Segundos después se dio cuenta que entre el público estaba Pamela, una niña de cinco años que viajó desde Toluca con su mamá para conocerla. Ni bien terminaron los gritos de “¡Paris, Paris!”, la mujer se encaminó hacia Pamela (sentada en un banquito) y le dio un beso y la cargó. Su mamá, literal, sólo podía decir: “oh, my good” mientras intentaba registrar el momento que varias cámaras ya tenían. Ambas posaron mandando besos con la mano y en seguida Paris también vio que Pamela tenía una mochila que, dijo, tenía todo su estilo, por ser brillosa y de unicornio.

Así comenzó el encuentro con sus fans, quienes llevaban horas esperándola. Varios incluso desde las tres de la mañana. Una de las dinámicas consistía en formarse en el lugar y los primeros 20 serían los ganadores, pero al final se entregaron accesos a más asistentes. A 10 se les entregó una cortesía vía EL UNIVERSAL.

Javier Gregorio, de 29 años, llegó al lugar con tres calaveritas de cerámica, dos de ellas con las palabras “Paris” y “Hilton” grabadas en la frente.

“Lo que más me llama la atención de ella es su labor altruista ahora con los afectados por los sismos. Se me hace una persona versátil en los negocios, la música, la moda, se le puede aprender mucho”, compartió.

Otra de las asistentes, una maestra jubilada, acudió con su hija, también maestra, desde el sur de la Ciudad de México. “Por lo que he leído es una niña increíblemente sencilla, fue al pueblo de San Gregorio allá en Xochimilco, no cualquiera lo hace”.

En cuanto Paris se sentó en el banquito afelpado comenzaron las charlas con sus fans. Hubo quien le mostró su cartera firmada el año pasado, quien le pidió que fuera ella la que tomara la selfie o quien le preguntó cómo elegía sus fragancias. Mientras tanto, Fátima seguía esperando su turno para pasar a otra foto con Paris Hilton pero ahora con su mamá, presumiendo que ya es una niña grande, que tiene cinco años y que su mochila de unicornio cambia de color.

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