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Aumenta el calor y las muchachas afuera del Four Seasons esperan el guiño, el rostro por la ventana, la mano sacudiéndose en señal de “hola”, y con suerte, un corazón con las manos. Saben que lo merecen porque desde muy temprano comenzaron a arremolinarse allí en espera de alguna señal de vida del ídolo británico, Harry Styles.

La orden a las chicas de guardar silencio y ser respetuosas sólo funciona a ratos porque, ¿cómo matar el tiempo?

“¡Harry, por favor!”, grita alguna de ellas, como en súplica. “We love you and we apologize. We are very sorry, we don’t want you to feel bad. You are our home and we just want you to be fine”, reza un cartel largo sobre el piso, refiriéndose al momento de ayer por la tarde en el que el cantante salió en su auto y casi queda sepultado por las numerosas fans que se abalanzaron.

Una de las asistentes toma la batuta y se para frente a las escalinatas del teatro Juan Moisés Callejas (a un costado del Four Seasons) donde hay, fácil, 50 jóvenes que cargan banderitas multicolor con la frase “Treat people with kindless”. Imita a una candidata política y promete canciones de Harry todo el año al mismo tiempo que les exige que, en caso de que el cantante salga del hotel, nadie va a repetir lo que ocurrió ayer... y a la que lo haga “le van a mochar las manos”.

Así matan el tiempo mientras llegaba el concierto de anoche en el Palacio de los Deportes. Muchas de las chicas fueron a escucharlo pero otras sólo contaban con esta oportunidad para verlo.

Lamentablemente no sucedió porque Styles nunca apareció.

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