Un teatro lleno y un largo aplauso

despidió este domingo a la puesta en escena Olimpia 68, lecciones de español para los visitantes a la olimpiada . una obra conmovedora y al mismo tiempo divertida que, al final, deja una sensación de impotencia y de injusticia por lo ocurrido a los estudiantes el 2 de octubre de 1968 .

La historia comienza con las luces encendidas y varios deportistas gritando de júbilo

. Segundos después todo oscurece y los gritos se transforman en miedo y desesperación. Esas dos realidades se mantienen durante toda la obra: por un lado se ve a los deportistas extranjeros y mexicanos convivir entre ellos y conocer un poco sobre México, nadie dice nada abiertamente sobre lo que paralelamente ocurre en el país pero siempre hay huellas: pares de zapatos en las pistas de los deportistas, gente desaparecida y hasta una mano que sobresale de la tierra y que las autoridades hacen como que no existe. Por otro, están los deseos de ganar en las competencias.

También hay una realidad más, la de los deportistas que vienen de contextos difíciles: de guerra, abuso, hambruna, y esas olimpiadas son su posibilidad de tener un futuro mejor pero, al mismo tiempo, se enfrentan con algo nuevo: los exámenes antidopaje, implementados en las justas de ese año.

En tres horas, el público es parte de las competencias pero también de las vidas personales de sus personajes: de la deportista japonesa embarazada por su entrenador, muchos años más grande que ella y su decisión de tener al bebé; de Sammy, el jugador de frontón cuyo país participa por primera vez en las Olimpiadas.

Un día, por error, Sammy olvida su gafete de deportista y sale con sus compañeros a conocer los alrededores, al querer regresar lo secuestran y torturan confundiéndolo con uno de los estudiantes del 68. Por otro lado, en la habitación de las deportistas aparece un joven golpeado y herido de bala que ha perdido la memoria. Ellas lo cuidan y mantienen en secreto pues saben que si dicen algo lo van a matar. Las 27 escenas que transcurren entre risas y dolor están amenizadas por música de esa época.

Al terminar el montaje (luego de un intermedio muy necesario por lo fuerte que resultan varias escenas), el director y escritor de la obra, Flavio González Mello , llamó a dos invitados para develar una placa de 30 funciones, Dobrina Cristeva y Héctor Bonilla .

Dobrina, radicada en el país desde hace muchos años, dijo unas palabras que conmovieron a todos los presentes.

“Agradezco mucho estar aquí y celebro este extraordinario trabajo que han hecho ustedes, brincando de circunstancia en circunstancia, la obra logra crear una realidad compleja e inquietante, la realidad que aún vive este país, presentando por un lado una cara que es la que queremos ver y dar al mundo y otra que es nuestro patio trasero .

Abrirlo, castigar a los responsables del 68, de Ayotzinapa y de tantas masacres que hemos vivido, sería aceptar que sucedieron y eso conlleva una responsabilidad enorme, como ciudadanas, mexicanos hombres y mujeres, contraponerlo con las olimpiadas, el evento por excelencia que borra las diferencias raciales, políticas y económicas entre los pueblos, el deporte como única posibilidad de salir de la pobreza, huir de las dictaduras, de la opresión, de la guerra. Celebro esta inquietante puesta en escena y que nos ayude a recordar, a ser conscientes que somos los recordamos, por los zapatos de todos los que ya no están. Gracias por abrir el patio trasero de este país”.

Flavio recordó que Héctor Bonilla actuó en Rojo Amanecer , la película que relata los acontecimientos del 68 y que estuvo muy pendiente del montaje de Olimpia 68. Héctor aplaudió el trabajo de todos los actores, cuyas actuaciones estuvieron a la altura del montaje. “Hicieron un trabajo verdaderamente espléndido”.

Recordó la importancia de un dramaturgo como Julio Castillo, cuyo teatro alojó esta obra por treinta funciones. También habló de la importancia de los teatros en este país y deseó que Olimpia 68, lecciones de español para los visitantes a la olimpiada pueda encontrar cabida en otro teatro para que este trabajo se siga difundiendo y con ello, la necesidad de no olvidar.

El elenco de la obra está integrado por Paulina Barrientos, Omar B. Betancourt, Karla Camarillo, Tony Corrales, Sofía Gabriel, Diego Garza, Omar Medina, Jonathan Persan, Sergio Rüed, Sofía Sylwin, Jyasú Torruco y Emiliano Ulloa

nrv

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