Durante la avant premiere de X-Men: Apocalípsis , Jennifer Lawrence había dado a entender que no volvería a ponerse frente a las cámaras para interpretar a Mystique. "Amo estas películas, pero el maquillaje... Tenía 20 cuando hice la primera y no me importaban las toxinas, ahora con casi 25 me pregunto, ¿ni siquiera puedo pronunciar esto y está entrando en mi nariz? ¿Estoy respirando eso?", le había dicho a Entertainment Weekly en el 2015.

Sin embargo hubo algo que la llevó a cambiar de opinión: el hecho de que su amigo Simon Kinberg sea el director de la próxima entrega. "Prácticamente me jodí a mi misma", reveló la actriz. "Porque cuando estaba intentando convencer a Simon de que sea el director me dijo algo así como, 'si yo dirijo, tú tienes que hacerla', y yo le dije, '¡Por supuesto!'. Después me ofrecieron la película, y yo estaba como, '¡No!'", contó. "También estaban los fans, esa fue otra razón", agregó.

La presencia de Kinberg hizo que Phoenix sea la película de X-Men que Jennifer más disfruto al hacer. "Desde el punto de vista actoral, fue la mejor experiencia que tuve en estos films. Simon ha estado escribiendo estos personajes durante tanto tiempo, y los conoce tan profundamente que de repente me sentí más conectada que nunca a mi personaje".

Además, algo extraño fue que las grabaciones fueron tranquilas y divertidas, algo que no había pasado en las otras entregas. "Era irreconocible", admitió Lawrence. "Todo se hacía a tiempo. Todo estaba organizado. Estas películas han sido siempre divertidas a pesar del caos, y de repente eran divertidas y no había caos".

sc

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