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La del sábado fue la noche más esperada por los fans de Star Wars, con el estreno de Los últimos Jedi en medio del glamour de Hollywood.

El auditorio Shrine, famoso por celebrar la entrega del premio Oscar, recibió con un espectacular transporte de asalto del Nuevo Orden (AT-M6) del tamaño de un edificio de 4 pisos a los asistentes, apuntándolos con sus cañones láser.

Si hace dos años, con el estreno de El despertar de la fuerza, fue la noche de Harrison Ford, quien abanderaba el séptimo episodio de la saga Star Wars, ahora le tocó el turno a Mark Hamill, cuyo personaje de Luke Skywalker es el corazón de la secuela de una trilogía que culminará en el 2019.

“Ya soy un tanto veterano para hacer estas películas de acción y aventura. A diferencia del Episodio VII, en el que sólo aparecí una escena, ahora en este Episodio VIII pude convivir con un reparto juvenil y lleno de energía. Ellos proveen de energía y una vibra de fascinación y entrega a este universo, que dota de su propia personalidad a esta nueva trilogía”, dijo a EL UNIVERSAL un emocionado Hamill de 66 años, quien inició en Star Wars 1977, cuando su creador George Lucas lo invitó a empuñar el sable de luz Jedi.

Y mientras cerca de 6 mil 300 personas iban llenando las butacas del auditorio Shrine, fue tiempo para que las estrellas de Los último Jedi brillaran. La actriz Daisy Ridley, de 25 años, protagonista con su personaje de Ray, atrajo las miradas con su espigada figura enfundada en tela color espacial, con todo y estrellas colgando.

La méxico-keniana Lupita Nyong’o, con un atuendo verde que semejaba una planta exótica de la cual surgía su figura, fue captada por decenas de cámaras, mientras que Gwendoline Christie, dejó su armadura y casco del Capitán Phasma, para entallarse en un vestido color plata, luciendo su cabellera rubia.

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