¿Qué debemos festejar el próximo domingo 5 de febrero? En estricto sentido nada, o no mucho, dado que gran parte de los anhelos y principios que dieron origen a la Revolución, y que fueron plasmados en la Constitución de Querétaro, siguen sin cumplirse, en especial los derechos que debían de asegurar un mejor momento para los grupos sociales más desprotegidos del México posrrevolucionario.

Podemos presumir que fuimos pioneros en diseñar y garantizar nuevos derechos sociales para reivindicar la dignidad colectiva de campesinos y trabajadores, pero en los hechos, lamentablemente seguimos con los mismos problemas de desigualdad, injusticia, pobreza, marginación, exclusión, atraso y falta de oportunidades en diversas zonas de nuestra geografía nacional. Podríamos agregar el componente de la violencia e inseguridad pública que se vive a diario en distintos lugares y regiones del país, como una negación de la civilidad, del Estado de Derecho y de una Constitución que es respetada.

Tanto Carranza como los Constituyentes impulsaron la creación de una nueva base constitucional, para defender al marginado del abuso del pudiente. Se crearon nuevos derechos, procedimientos e instituciones para este fin, pero la realidad no cambió el destino de las familias más pobres del país, aun y cuando la Carta Magna establecía nuevas obligaciones institucionales para mejorar las condiciones de vida de los más necesitados.

En lo referente a las reglas del ejercicio del poder, se habrán de cumplir 100 años de mantener casi intacto al sistema de gobierno que diseñaron Venustiano Carranza y sus abogados para enfrentar los problemas de anarquía que dejaba la lucha social que inició Madero en 1910. La diferencia es que al día de hoy tenemos una amplia pluralidad que demanda ser escuchada y respetada en sus expresiones y exigencias políticas. De tal manera que el reto es hacer funcional el aparato de gobierno, sin limitar la representación plural que hemos construido los ciudadanos, más que los partidos.

El modelo de gobierno actual, producto de la propuesta de Carranza, es de un sistema presidencial en oposición al sistema de gobierno congresional que tenía la Constitución de 1857 y también en oposición a la tentación que tuvieron algunos Constituyentes para establecer un nuevo sistema de gobierno, parecido al sistema parlamentario en 1917.

Este es un tema crucial para el futuro de nuestra democracia. Si debemos o no mantener el actual sistema de gobierno, de tipo presidencial, o bien si se debe reformar, para que cambie al sistema parlamentario.

Hay diversas voces de especialistas y políticos que impulsan la idea de que México concluya su transición a la democracia con una nueva Constitución y un nuevo régimen de gobierno de tipo parlamentario. Supongo que piensan en el modelo inglés o en el alemán. En ambos casos, creo que estamos muy alejados de sus tradiciones, valores, instituciones y formas de hacer política.

A la pregunta de si debe ser reformado el sistema de gobierno que tenemos, respondería que sí. Los hechos y resultados de gobierno hablan por sí mismos, sin embargo debemos de intentar modernizar y actualizar al sistema presidencial, incorporando algunas figuras del sistema parlamentario para hacer más responsable al gobierno, y con ello estimular un mayor control del Congreso hacia el gobierno y los órganos autónomos, pero no creo que tengamos condiciones ni circunstancias para hacer un cambio tan abrupto y que ningún país ha intentado en toda la historia de los sistemas políticos democráticos.

El mejor homenaje que le podemos ofrecer a la Constitución es conocerla, a pesar del largo texto en el que se ha convertido, pero sobre todo hacer que los gobernantes la respeten y la observen sin titubeo alguno.

Académico por la UNAM

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