El año pasado el Banco de México obtuvo enormes ganancias. Podría decirse que fue la envidia de cualquier banco privado que opera en el país.

Los estados financieros de 2016 muestran que el banco central ganó 535 mil 311 millones de pesos, tal y como se lee en el renglón de “Resultado del ejercicio por aplicar’. Y allí mismo se da a conocer el origen de estas fabulosas ganancias: Las “fluctuaciones cambiarias” —que no es otra cosa más que las ganancias producto de la devaluación del peso frente al dólar— le dieron 582 mil 853 millones de pesos al Banco de México en 2016.

El asunto es que estas suculentas ganancias que presentan los estados financieros del banco central, no son reales; son ganancias de papel. En realidad son ganancias contables, derivado de cuantificar en pesos mexicanos las reservas internacionales que se encuentran invertidas en dólares. Así, mientras más se deprecia el peso frente al dólar, más crecen las reservas en términos de pesos mexicanos.

El asunto adquiere un tinte muy delicado cuando una buena parte de estas ganancias de papel del banco central se entregan al gobierno federal a través de una disposición legal obsoleta.

Las ganancias de papel que obtuvo el Banco de México en 2016 se repartieron así: 321 mil 653 millones de pesos se entregaron al gobierno federal, y 213 mil 658 millones de pesos se quedaron en el banco central para constituir reservas, principalmente para hacer frente a futuras fluctuaciones cambiarias que pudieran afectar el capital del banco central.

Repartir ganancias de papel —obtenidas por una valuación a mercado de los activos— es poco responsable porque esas ganancias pueden revertirse en cualquier momento hasta convertirse en pérdidas para el banco central.

Y eso ya ocurrió. La revaluación que vimos del peso frente al dólar estadounidense a partir del 20 de enero pasado ha provocado que el capital del Banco de México se torne negativo. Al viernes pasado, 14 de julio, el rubro de “otros pasivos y capital contable” del estado de cuenta semanal del Banco de México registró un saldo negativo de -45,606 millones de pesos, después de que este mismo rubro había registrado 1.03 billones de pesos al 20 de enero pasado.

Dicho en términos coloquiales, en menos de seis meses desapareció el capital del banco central y, con él, las millonarias reservas que se habían constituído con las ganancias de papel que obtuvo en 2016.

Sin embargo las ganancias transferidas desde el Banco de México al gobierno federal no fueron de papel. Esas ganancias, en pesos contantes y sonantes, sí que engrosaron las cuentas y los pergaminos de Hacienda y del gobierno federal.

Así que habrá que poner a revisión esta política de remanantes de operación, o de dividendos, como se le llama a la entrega de las ganancias cambiarias desde el banco central al gobierno federal.

Y es que ahora que el Banco de México enfrenta un capital negativo, vale la pena —por lo menos— hacernos tres preguntas:

1. Si este capital negativo acaso no es el reflejo de una política de dividendos irresponsable que no está cubriendo prudentemente los riesgos de los activos que ha decidido mantener el propio banco central.

2. Si el capital negativo que hoy tiene Banxico no es consecuencia de la complacencia de su Junta de Gobierno frente a las presiones políticas del pasado, y

3. Si el manejo poco escrupuloso de la política cambiaria junto a una política de reparto de ganancias de papel desde el banco central, impactaron en las elevadas tasas de inflación que hemos padecido y que han destruido el ahorro de las familias en los últimos meses.

Hay un hecho innegable. Que las millonarias ganancias de papel que obtuvo el Banco de México por la devaluación del peso, benefició extraordinariamente al gobierno federal como no había ocurrido nunca antes en la historia. Un asunto a revisar.

Revisión de Standard & Poor’s. Ayer la calificadora de riesgos Standard & Poor’s mejoró la perspectiva de la deuda soberana de largo plazo de México de ‘negativa’ a ‘estable’. Los analistas de la calificadora destacaron una mejora en el balance fiscal del país, la reducción de riesgos para la deuda y los pasivos contingentes y un escenario positivo para la renegociación del TLCAN. La perspectiva optimista de los analistas también está apuntalada por la fuerte transferencia de recursos extraordinarios desde el banco central.

La venta de OHL. El abogado Paulo Diez Gargari me dice en entrevista que la venta de las acciones de la española OHL al fondo IFM y su salida de la Bolsa Mexicana de Valores es una bien orquestada operación entre el gobierno federal y la empresa. “Un pago de favores”, acusa directamente el representante legal de Infraiber.

Twitter:@SamuelGarciaCOM
E-mail:samuel@arenapublica.com

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