“Vamos a tratar la ley de trata (sic) —anunció el senador perredista Luis Sánchez, vicepresidente de la Mesa Directiva.

—¿Como usuarios? —bromeó su colega tabasqueño, Fernando Mayans, también legislador del PRD.

—Sí, como usuarios —rio muy divertido el primero.

—¡Chingá! (como usuario) tengo derechos —insistió el senador Mayans.

—Como víctima, no (¡ni lo mande Dios!) —pronunció el coro general”.

Esta conversación quedó grabada y provocó escándalo, más allá del recinto de sesiones del Senado.

“—¡Ya bájenle! —replicaron los amigos de ambos representantes federales.

“El único problema es que dejaron abierto el micrófono, mientras hacían bromas privadas entre varones adultos. Fue el humor inocente entre dos machines pero ya pidieron perdón”.

En efecto, el senador Mayans escribió en su cuenta de Twitter: “Sobre la actitud y comentarios de mal gusto en sesión del Senado sobre #TrataDePersonas, ofrezco una disculpa a quienes hemos ofendido”.

Luego, este mismo legislador subió a tribuna para hacer patente cuán sincero es, en la realidad, su compromiso con el tema.

Y sin embargo, aún bajo el disfraz del chiste malo, no hay manera de esconder la exhibición pública de las convicciones propias.

¿Cómo juzgarían Mayans y Sánchez conversaciones hipotéticas como las siguientes?

“—Vamos a tratar la abolición de la esclavitud —anunció el senador Luis Sánchez.

—¿Desde la perspectiva esclavista? —preguntó su colega Mayans.

—Sí, como esclavistas —propuso con sorna el primero.

—¡Chingá!, como amo de indios y negros tengo también derechos”.

“—Vamos a tratar el genocidio contra judíos.

—¿Cómo si fuéramos nazis?

—Sí, como nazis.

—¡Chingá!, como exterminador en Auschwitz llevo mano”.

“—Vamos a discutir la ley contra la pederastia.

—¿Desde la perspectiva de los abusadores?

—Sí, como abusadores. ¿Acaso los pederastas no merecemos también ser protegidos?”.

“—Vamos a abordar la ley contra violadores.

—Como tal, igual merezco respeto y punto”.

¿Por qué resulta menos grave mofarse de las víctimas de trata en comparación con cualquier otra víctima?

¿Por qué se benefician estos senadores de tanta tolerancia cuando se han burlado en pleno Senado de decenas de miles de mexicanas y mexicanos que padecieron y padecen la tragedia?

¿Por qué pueden permitirse la frivolidad que despoja y arrebata dignidad? ¿Por qué otros varones de la política les han perdonado el exabrupto?

¿Hay alguna mujer, algún adolescente, un niño —a quien la esclavitud sexual le haya robado la paz y la existencia— que sean capaces de carcajear con esta broma macabra?

Por más discursos que pronuncien y más leyes que promulguen, el derrame odioso de los senadores Mayans y Sánchez —y la complicidad que sus colegas han dispensado hasta hoy— son evidencia definitiva de que la trata de personas es consentida en México, por acción o por omisión, desde las más altas esferas.

Cuando en nuestro país la trata se repudie con sinceridad, representantes populares como los mencionados no podrán seguir ocupando su curul ni un segundo más.

ZOOM: El cargo de senador no es como cualquier otro. La vara que mide su conducta debería ser muy alta porque ellos instruyen comportamiento para los gobernados, no solo con las normas que votan, sino también con el ejemplo cotidiano de su ética pública.

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@ricardomraphael

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