#LaVozDeLosExpertos

El viernes pasado les compartí mis pensamientos, y preocupación, alrededor del alcance y capacidad que tienen los grupos influyentes para llegar a nosotros y buscar manipular narrativas e intereses grupales en diferentes geografías, con diferentes mensajes, sin interrumpir nuestra rutina y al mismo tiempo. “Aunque logremos ocultar las expresiones de nuestro rostro, nuestra personalidad es hoy un libro abierto” escribía. Pero más que un libro abierto sobre gustos e intereses, también nuestros estilos de personalidad y círculos sociales forman parte del índice de ese libro.

Cada personalidad, cada parte que nos hace únicos, también deriva hacia lugares y métodos de comunicación y acceso a nuestros gustos muy diferentes. Digamos que tengo un amigo que tiene una personalidad agresiva, competitivo, con una fibra blanda por los atardeceres, cree en el aborto, pero también en la pena de muerte, y la mejor forma de darle retroalimentación profesional es fuera de la oficina; decidió dejar de creer en la política y le gusta la bicicleta. Al mismo tiempo una amiga, estratégica, introvertida, muy capaz profesionalmente y con posturas conservadoras en lo familiar, pero más abiertas en lo social, le parecía interesante el partido por el que votaba su papá, pero prefirió el fútbol e irle a los Pumas.

La mayoría de los estudiantes de comunicación y marketing han analizado las primeras campañas propagandísticas y de manipulación. Se han visto discutiendo la erróneamente atribuída frase de: “Si repites una mentira con suficiente frecuencia, la gente lo creerá, e incluso llegarás a creerla tú mismo.” En realidad viene de la técnica “Big Lie” (gran mentira), donde nadie puede creer que alguien tenga la imprudencia de distorsionar la realidad de forma tan infame.

Las mentiras, así como las narrativas y las creencias, se pueden ajustar como traje hecho a la medida para cada persona, y ofrecerse con un lenguaje que vaya a tono con la personalidad de cada uno de nosotros gracias al conocimiento que derrochamos en redes sociales, especialmente en Facebook. La posibilidad de que mi amigo cambie su voto por un partido que castigue la pena de muerte podría manipularse con una serie de mensajes hechos a la medida. Tal vez empezando por atardeceres y guiando el copy del mensaje hacia el perdón. Esto es lo que hoy las agencias de marketing empiezan a probar: equipos (no muy grandes) de psicólogos, antropólogos, lingüistas y politólogos analizando el comportamiento ante los mensajes lanzados 52 semanas al año.

La semana pasada explicaba que con tus likes se puede hacer ingeniería inversa de un 16PF o prueba similar de personalidad. Con esos datos se pueden automatizar mensajes que varíen de acuerdo a tu acción o inacción frente a un mensaje. Puedo afinar el lenguaje y probablemente empezar a modificar tu postura hacia la política, el consumo de un bien o la contratación de un servicio. De forma sutil, no pienses mensajes directos: si los conejos son felpudos y bonitos, y los gatitos acaparan Internet, y lo tierno es felpudito, puedo venderte gato por liebre.

Los investigadores pueden saber qué, dentro del #ruidoblanco, es ruido, qué es blanco y qué es tan sólo neblina detrás de una intención. El marketing puede alimentar la Inteligencia Artificial para que estos sistemas siguan intentando, o logrando, manipularnos en beneficio de gobiernos, partidos, organizaciones o empresas.

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