Antes, durante y después de la elección que hizo gobernador a Jaime Rodríguez, El Bronco, dijimos que el fenómeno político que lo encumbró era “una ocurrencia de diseño”.

Luego insistimos que no pasaría mucho tiempo para que los habitantes que lo eligieron gobernador, pudieran arrepentirse de haber dejado Nuevo León en manos de un populista locuaz que —con el tiempo—, podría resultar peor que su gemelo populista, AMLO, o los dictadores de Venezuela, Bolivia, Ecuador…

Y no pasó mucho tiempo para que los nuevoleoneses confirmaran los peores augurios. La madrugada del jueves 11 de febrero —a sólo 133 días de su toma de posesión— estalló la bomba de tiempo que desde hace años era el penal de Topo Chico. Y era tal la presión y la preocupación que, desde hace años, la CNDH alertó del alto riesgo.

Sin embargo, empalagado con la rica miel del poder, El Bronco nunca entendió qué es y para qué sirve el poder. Nunca supo que un gobernante preparado para ejercer el poder, lo primero que hace es desactivar los focos rojos de todo gobierno; bombas como los penales. Más aún, El Bronco no aprendió la lección del propio gobierno federal que, en otro descuido, facilitó la fuga de El Chapo.

Lo cierto es que, en los hechos, El Bronco es una amenaza pública para Nuevo León y buena parte del país. ¿Por qué? Porque al mejor estilo lopezobradorista, culpó de la tragedia de Topo Chico a todos; gobierno federal, antecesor, poderes Ejecutivo y Legislativo y, por supuesto, a los medios. Todos son culpables menos el populista Bronco, al que ya motejan como El Tronco.

Y es que en sólo 133 días, El Tronco —perdón, El Bronco—, fue engullido por la ambición sin límite; porque contrario a sus promesas —de que no es chapulín y no será candidato para 2018—, ya está en campaña presidencial y porque su responsabilidad con Nuevo León “le vale madre”, como gritaron con rabia y llanto decenas de familiares de los 49 muertos en el panel de Topo Chico.

Y es que en lugar de trabajar por y para Nuevo León, El Bronco viaja por todo el país y al extranjero, sembrando su candidatura presidencial, mientras Nuevo León se pudre.

Lo curioso es el silencio tanto de empresarios que financiaron la campaña de El Bronco, como el encubrimiento deliberado de los medios. Pero resulta más cuestionable el silencio de los ambiciosos académicos e intelectuales que usaron esa campaña para diseñar una candidatura presidencial independiente. ¿Dónde están los que piden juicio político contra gobernadores omisos y pillos? ¿No son suficientes 49 muertos para pedir juicio político contra el populista de Nuevo León?

Las mentiras de El Bronco. Pero hay mas. ¿Qué dirán de la tragedia todos aquellos que inventaron la botarga llamada Bronco? No sólo tendrán que reconocer que se trata de un populista mentiroso igual que AMLO, sino con todo la intolerancia de Chávez y Maduro en Venezuela; de Correa en Ecuador; y Evo Morales en Bolivia. ¿Tienen dudas de las mentiras?

La misma noche de su victoria, en la plaza pública y en radio y televisión, El Bronco juró que no sería chapulín y que había sido votado para gobernar seis años. ¿Qué pasó en la realidad? Que El Bronco dedica más tiempo a organizar su campaña presidencial que en resolver los graves problemas de Nuevo León. Y el mejor ejemplo son 49 muertos en Topo Chico.

En la fiesta de inauguración del “gobierno independiente” de Nuevo León, El Bronco aseguró: “Le dije a todos los que van conmigo en el gobierno que hay cinco requisitos, el primero; pedir permiso a su esposa o esposo porque es de 24 horas la chamba... Los gobernadores tienen que dejar de hacerse guajes. Tenemos que ponernos a chambear , ayudar al país y a la Federación a trabajar en el tema de seguridad”.

La realidad es otra. En los 133 días de gobierno ha visitado en más de una ocasión Tabasco, Baja California, Guadalajara, Tamaulipas, Estado de México, Distrito Federal y otras entidades. Además de viajes a Estados Unidos, Centro y Sudamérica. ¿El motivo?

Oficialmente dicen que ofrece cátedra sobre su experiencia como candidato y gobernador sin partido. En la realidad, viaja para promover su candidatura presidencial, organizar cuadros en todo el país, vender su tequila Bronco Independiente y promover el libro La nueva Independencia. ¿Quién gobierna Nuevo León?

A las preguntas sobre la ingobernabilidad de Nuevo León —por su ausencia—, El Bronco dijo: “Necesito viajar, compadre, tengo familia, tengo experiencias que ver, no tengo que estar 24 horas ahí en el Palacio, no me lo exige la ciudadanía”. Luego insultó a los periodistas y se fue. ¿Y la “chamba de 24 horas”? Mentiras.

En campaña, el 24 de abril, prometió: “En cien días vamos a ordenar el gobierno para que nos tengan confianza”. Luego se refirió a la tenencia: “quitaremos la tenencia, eso no es una propuesta, es un compromiso con ustedes; la disyuntiva es pagar la tenencia o comer bien a la semana”.

Luego de la tragedia de Topo Chico dijo que cien días no eran suficientes para ver resultados y, sobre la eliminación de la tenencia, se retractó y el 13 de junio de plano reconoció que engañó a todos. Dijo: “Luego de analizar los niveles de deuda del estado, será imposible quitar la tenencia, al menos en los primeros años de mandato, pues está comprometido 100% de las participaciones federales”. Doble engaño.

El 8 de abril de 2015, ante organizaciones civiles, se comprometió a enviar al Congreso la Ley de Participación Ciudadana, cuyo tema central es la “revocación de mandato”. En enero de 2016 el Consejo Cívico dijo que el gobernador vetó la ley y ordenó a sus colaboradores no hablar más de la revocación de mandato. Nuevo engaño.

En abril de 2014, en la Conago djo: “Queremos un país donde el cáncer de la corrupción sea extirpado… donde podamos vernos los unos a los otros sin desconfianza, donde podamos sentirnos tranquilos en nuestras casas, contentos caminando en la calle, seguros en nuestras ciudades”.

Debió tragar sapos. Días después de la toma de posesión, dos integrantes de su gabinete fueron acusados de dobletear el salario. Al mismo tiempo se dio a conocer que el gobierno de El Bronco compró 200 mil cobijas que regaló a los pobres. Pero pagó un sobreprecio de 150 por ciento. Otro engaño.

El Bronco suele insultar a medios y periodistas que lo critican. Pero su intolerancia es supina. Ordenó censurar las presentaciones del comediante Alejo Rodríguez Fufito, quien hacía parodias de El Bronco en todo el estado.

Retrato de un dictador; amenaza pública. ¿Y el juicio político, cuándo?

Al tiempo.

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