Durante los pasados dieciséis años Estados Unidos ha deportado a un mexicano cada hora. Un informe del Colegio de la Frontera Norte (Colerf) consigna que entre 1998 y 2014, el gobierno de Washington deportó a tres y medio millones de compatriotas: 219 mil al año, casi 20 mil al mes, 600 cada día en promedio. El dato duro, frío, acostumbrados como estamos a ese maltrato, esconde una tragedia humanitaria, quizás más grave, por haberse perpetuado a lo largo de muchos años, que la de los refugiados sirios en Europa, hoy tan mencionada.

En la historia de las migraciones de mexicanos al vecino del norte, sin descuidar su explicación socioeconómica (la falta de empleo en México y la necesidad de mano de obra barata en Estados Unidos), siempre hubo dos constantes:

1.— La confrontación entre los miles de empleadores que abaten costos con la mano de obra indocumentada y los sectores estadounidenses que reclaman para sí los empleos y ven en los indocumentados a criminales y violadores que amenazan su seguridad.

2.— Los mecanismos legales que cada gobierno estadounidense promueve, ya sea demócrata o republicano, para despresurizar ese choque. Uno que les había resultado muy funcional es el de los retornos, es decir, la repatriación de mexicanos indocumentados que podían regresar sin que ello tuviera para ellos una consecuencia jurídica o penal en un reingreso.

Ambas constantes han cambiado, pues cada vez son más los estadounidenses que creen que están siendo invadidos y desplazados por criminales (base del furioso discurso antiinmigrante de Donald Trump). Su paranoia ha exigido a sus gobernantes el endurecimiento de su legislación migratoria.

Los retornos siguen, pero ahora se han intensificado las deportaciones. Éstas sí tienen inconsecuencias jurídicas, pues quien reingrese y sea recapturado, irá inevitablemente a prisión. La proporción entre unas y otras ha cambiado radicalmente. Vea usted este comparativo que el investigador del Colef Rafael Alarcón Acosta presenta en su libro Haciendo de Los Ángeles un Hogar: la integración de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos: En 2009, el gobierno de Washington deportó a 276 mil 850 mexicanos y retornó a 468 mil 699; en 2013, deportó a 314 mil 904 y retornó a 88 mil 42. Esto da una idea clara de la alarmante manera en que los estadounidenses han criminalizado la migración.

Las deportaciones masivas de mexicanos empezaron en 2002, después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, con la creación del Departamento de Seguridad Interior. En los años subsecuentes tuvieron un aumento consistente hasta 2013, cuando se alcanzó el nivel más alto con casi 400 mil. Después bajaron a niveles constantes que se mantienen por arriba de las 200 mil.

Pero la persecución ha llegado a tal nivel, que ya no sólo se deporta a quienes cruzan sin papeles. Cada vez son más los residentes permanentes deportados, los que tienen la tarjeta verde. Y muchas de esas deportaciones ocurren a partir de su detención por faltas administrativas menores. Un dato publicado por el NYT en 2014: Dos terceras partes de dos millones de mexicanos, es decir, un millón 300 mil, han sido deportados por infracciones de tránsito.

De manera que un deportado es un padre o una madre que no pueden regresar porque irían a la cárcel, y que se emplean en localidades fronterizas mexicanas donde apenas ganan para sobrevivir, por lo que desatienden la manutención de su familia. Un deportado es un padre o una madre de familias divididas que se quedan sin proveedor. Un deportado es un joven o una joven que se refugia en las pandillas o las drogas o es vun dreamer, llevado de niño por sus padres y que, al cumplir la mayoría de edad, es expulsado a un país que no conoce y cuyo idioma ni siquiera habla. Tal es el tamaño de esa tragedia sobre la que seguiremos hablando.

INSTANTÁNEAS 1. AMPARO. El impresentable ex gobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés, obtuvo un amparo para evitar su detención. Al hombre que mandó construir una presa para su rancho lo ayuda en estos menesteres judiciales el queretano, también panista, Diego Fernández de Cevallos. Pues para eso es El Jefe.

2. ASAMBLEA. Mañana sábado se llevará a cabo la asamblea anual ordinaria de Cooperativa La Cruz Azul. Un grupo de cooperativistas separados convocó ayer a los medios para informar que en ella habría cambio de directivos. La Cooperativa me asegura que es falso y que la orden del día está centrada en analizar su desempeño y definir estrategias frente a las fluctuaciones económicas nacionales e internacionales que ven en el horizonte. Quedamos al pendiente.

rrodriguezangular@hotmail.com

@RaulRodriguezC

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