Al momento de escribir esta columna no se conocen aún tendencias oficiales sobre los resultados electorales, pero sí proclamas de triunfo:

En el Estado de México la del Alfredo del Mazo, del PRI, y la de Delfina Gómez, de Morena; en Coahuila, la de Guillermo Anaya, del PAN, y Miguel Ángel Riquielme, del PRI; y en Nayarit de Antonio Echeverría, de la alianza PAN-PRD, y de Manuel Cota, del PRI.

Todos ellos con base a encuestas de salida, realmente poco confiables por el llamado voto oculto y la secular opacidad de nuestros procesos electorales. ¿Cómo creer en las instituciones y las reglas que los sustentan, después de tantos engaños? De ahí la cuestionable práctica, que muy poco ayudan a nuestra democracia, de madrugar sin sustentos claros, con el único afán de confundir. De ahí la incapacidad de esperar a pronunciarse con, por lo menos, ejercicios más confiables como los conteos rápidos y, por supuesto, con los resultados de la autoridad electoral.

En cuanto al Estado de México, todo parece confirmar lo cerrado de la elección. En el último corte del PREP, antes de escribir estas líneas, Delfina Gómez encabezaba con 33.2% de los votos contra 32.2 de Alfredo del Mazo, pero con solo 30 actas computadas de las 18 mil 606 de la elección.

Parece claro también que la lucha en el Edomex es entre el aparato gubernamental contra el enojo social, los dos, como señala Agustín Basave, muy poderosos.

Lo que se ve, asimismo, es que está noche no tendremos con claridad a un ganador y que los resultados se dirimirán en el tribunal electoral.

@RaulRodriguezC

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