En esta ocasión me pareció interesante conmemorar los 100 años del nacimiento del gran Juan Rulfo con un dibujo de Salvador Elizondo, quién confesó, en varias entrevistas, que gracias a su lectura del El llano en llamas decidió en definitiva dejar la pintura e incursionar en la escritura publicando un primer cuento, “Sila”, con clara influencia de Rulfo. El tiempo lo llevó a conocerlo, ser su amigo y trabajar con él en el Centro Mexicano de Escritores, como tutores de los becarios.

Salvador Elizondo escribe Cuaderno de Diario número 72, páginas 192, 193 y 196 (extractos)

Sábado 24. X. 98.— (…) Me interesa el fuego como tema pictórico. Picasso en Guernica lo consiguió en blanco y negro, pero creo que el gran pintor del fuego de nuestro tiempo fue Orozco. Hay un cuadro de Tamayo que se llama Niños jugando con fuego, que es interesante. Esta acuarela que hice hace dos días la he ido perfeccionando. Me gusta bastante y satisface mi deseo, pero después de todo es nada más el apunte de un aficionado.

El fuego puso su garabato final en la vida de Octavio Paz. Un destino especial y doméstico para un hombre general y universal. Hay que orar para, por y contra el fuego.

25. X. 98.— (…) Pocas cosas me dan la sensación y la certeza de vivir en México como los cohetes que truenan a lo lejos. ¿Cómo poner esos tronidos por escrito, tal y como son? La descripción literaria de las sensaciones es imposible si no es por analogía o asociación de ideas. No hay una descripción fenomenológica de las sensaciones. Merleau-Ponty hizo una fenomenología de la percepción, pero no es lo mismo la percepción que la sensación. Hay sensaciones, como el orgasmo, que ningún sentido específico percibe o todos a la vez.

En la foto: El llano en llamas, acuarela que pintó Salvador Elizondo en su cuaderno de Diario número 72 en recuerdo del libro de Juan Rulfo (CORTESÍA PAULINA LAVISTA)

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