Agustín Carstens se despidió ayer de la Convención Nacional Bancaria, a la cual ha asistido 35 veces de las 80 que lleva celebrándose. Fue el más ovacionado. Recibió un reconocimiento por su contribución al sistema financiero mexicano y, fiel a su estilo, sin hacer referencias políticas o partidistas, entonó un discurso más bien técnico en el que dio cuenta de las decisiones que ha tomado el Banco de México (Banxico) durante su mandato. Fue mesurado, guardó las formas, evitó las metáforas y deslizó algunas recomendaciones para el secretario de Hacienda, José Antonio Meade.

Carstens dejará de ser el gobernador del Banxico el próximo 30 de noviembre para ir a encabezar el Banco de Pagos Internacionales a Basilea, Suiza, y con ello también le deja una enorme responsabilidad al presidente Enrique Peña Nieto, quien deberá tomar la difícil decisión de proponer una terna de posibles sucesores. Quizá por eso los elogios y los aplausos acalorados no vinieron de parte del gobierno federal, sino de los banqueros y financieros. “Es el mejor banquero central del mundo”, soltó el presidente saliente de la Asociación de Bancos de México, Luis Robles Miaja, y por tercera o cuarta ocasión se soltó la ovación para Carstens.

Entre los discursos optimistas de inauguración de la 80 Convención Nacional Bancaria, el de Carstens fue el más realista, para que no se olvide que México tiene enfrente uno de sus mayores retos: Donald Trump. “Son tiempos de grandes desafíos que demandan talento e instituciones fuertes”, dijo Carstens, al tiempo que reiteró que el Banco de México ha ejercido como una institución cuya plena autonomía le ha permitido mantener una inflación promedio menor a 5% durante los últimos 15 años. Estos mensajes, que tienen que ver con su mandato, el cual empezó el 1 de enero de 2010, y que podrían parecer lugares comunes, no lo son, pues uno de los riesgos que ven los inversionistas es que quien llegue a dirigir el Banxico sea alguien con plena independencia al gobierno, además de uno que tenga las credenciales y el reconocimiento internacional del que goza Carstens.

Ayer en Acapulco, Carstens también dio luz sobre las próximas acciones que podría tomar el banco central para hacer frente a los ajustes de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos y a los retos externos que pueden presionar al peso mexicano. Por ejemplo, reafirmó que la institución a su cargo actuará “sin titubeos” en sus decisiones de política monetaria para evitar que el tipo de cambio afecte la inflación. Así, pese a que el peso ha ganado terreno frente al dólar en los últimos días, es muy probable que haya un nuevo ajuste a la tasa de interés de referencia tras la próxima reunión de política monetaria convocada el 30 de marzo, tal y como lo prevén algunos analistas.

Carstens también advirtió que durante el resto de 2017 la inflación se ubicará por encima del objetivo establecido por el Banxico (de 3%) y será hacia el cierre del 2018 cuando se espera que regrese a esos niveles. Enumeró los factores externos que han provocado dicha inestabilidad, como la abrupta caída de los precios internacionales de petróleo, la incertidumbre del proceso de normalización de política monetaria y la alta volatilidad generada por el proceso electoral en Estados Unidos. Sin embargo, también habló de los factores internos, como la liberalización del precio de los energéticos, lo cual, reconoció, significa un avance importante para las finanzas púbicas y contribuye a fortalecer el marco macroeconómico.

Carstens concluyó su última participación en la Convención Nacional Bancaria con una serie de recomendaciones al gobierno, en específico al secretario de Hacienda. Dijo que la política monetaria “no opera en el vacío”, sino que se deben buscar sinergias con otras que son dictadas por Hacienda, como la política fiscal. “En la medida que contemos con una política fiscal sana que ayude a contener traspaso del tipo de cambio a los precios, se podrán lograr los objetivos de manera más eficiente, de tener una inflación baja y estable”, apuntó.

Vaya mensaje para el presidente Peña y para José Antonio Meade, quien claramente es un candidato a ser el nuevo gobernador del Banxico. La sucesión, empero, pinta para ser una de las más complejas de la administración federal, más aún si se complica la renegociación del TLCAN y si Donald Trump logra seducir con incentivos fiscales a las empresas para que regresen a invertir a Estados Unidos.

Quizá cuando eso suceda, Agustín Carstens ya estará despachando en su oficina de la calle Centralbahnpl, en Basilea, donde está la imponente torre del Banco de Pagos Internacionales.

Twitter: @MarioMal

Correo: mario.maldonado.padilla@gmail.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses