Pablo Escandón Cusi lo quería todo: dominar la distribución privada de medicamentos con su empresa Nadro y crecer en las ventas al gobierno, tras la compra disfrazada de Marzam. Pero la jugada, sigilosamente diseñada por al menos una decena de involucrados, está por venirse abajo. La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) tiene un expediente más robusto de lo que se cree y, en el peor de los casos, su investigación cancelará la compra triangulada de Marzam por parte del fondo holandés Moench Coöperatief. En un escenario más alentador, habrá acciones penales y multas significativas para los involucrados.

La historia de cómo Pablo Escandón Cusi quiso comerse casi la mitad del mercado de la distribución de medicamentos de México –valuado en más de 120 mil millones de pesos– y convertirse en el amo de este negocio comenzó hace apenas tres años, cuando recompró el 49% de Nadro que estaba en poder de la estadounidense McKesson Distribution Solutions y por la cual pagó 41 millones de dólares. Con ello, la empresa completa regresó a sus manos.

Un año después, la quiebra de Casa Saba, el otrora mayor comercializador de fármacos del país, le dio el liderazgo en el mercado.

A mediados del 2015, Escandón Cusi se jactaba de haber aumentado a 30% su participación en el mercado de distribución de medicamentos, colocándose como el nuevo líder del sector. También por aquellos días, Genomma Lab, la empresa del joven multimillonario Rodrigo Herrera Aspra, cerraba la venta del 51% de su comercializadora de productos farmacéuticos, Marzam, la cual atiende mayormente al gobierno. ¿El comprador? Un fondo holandés que, después se supo por los Panama Papers, financió la adquisición con 83 millones de dólares de Marina Matarazzo, esposa de Escandón Cusi.

A casi siete meses de haber guardado silencio tras la revelación de la compra disfrazada, esta semana representantes de Nadro decidieron dar la cara y aseguraron que no tienen relación con Marzam, toda vez que Marina Mataratzzo, esposa de Escandón Cusi, no figura en el Consejo de Administración de la compañía ni tiene injerencia en la misma. Lo cierto es que sí financió la adquisición, según los dichos de Luis Doporto Alejandre, cuyo despacho Doporto & Abogados fue el encargado de diseñar la estructura financiera offshore para comprar el 51% de Marzam.

Al tomar indirectamente el control de esta distribuidora, la influencia de Nadro en el negocio de la distribución de medicinas en México aumentaría hasta un insano 50%, el triple de participación que su más cercano competidor, Fármacos Especializados.

Una pieza clave en este entramado es Genomma Lab, que tras la venta del 51% de Marzam, por mil 350 millones de pesos (es decir, los 83 millones de dólares que financió Marina Matarazzo) espera aún la liquidación de otros 300 millones de pesos. El fondo holandés debió pagar esta cantidad en septiembre de este año, pero el escándalo tiene en stand by la operación. Si la Cofece logra acreditar la triangulación y el perjuicio al mercado, esta transacción no se llevará a cabo.

Genomma Lab también es investigada por la Cofece, pues además de que mantuvo dos posiciones en el Consejo de Administración de Marzam y usa a la empresa como una de sus principales distribuidoras en México, al igual que Nadro, en los Panama Papers salió a relucir su antigua relación con el despacho Doporto & Abogados y su experiencia en la construcción de estructuras offshore para hacerse de marcas de medicamentos.

No es la primera vez que la familia Escandón se ve envuelta en asuntos similares, que tienen que ver con empresas offshore y operaciones no declaradas. En el 2002 la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) multó con 1.7 millones de dólares a Pablo Escandón Cusi por haber comprado acciones de la empresa Nalco Chemical Company mediante información privilegiada.

¿Cómo lo hizo? A través de una empresa offshore creada en las Islas Vírgenes Británicas.

Pablo Escandón Cusi, quien además de ser consejero de bancos e inmobiliarias es presidente de la Fundación Mexicana para la Salud, nació millonario y a lo largo del tiempo logró aumentar su fortuna. Sus compañías facturan más de 500 millones de dólares al año y es considerado un empresario influyente no sólo en la industria farmacéutica, sino en las esferas políticas y económicas del país.

¿Por qué se jugó su prestigio en una operación de esta naturaleza? ¿Quién se lo propuso? ¿Quiénes lo ayudaron? Los Panama Papers ya revelaron una parte. Ahora le toca a la Cofece, de Alejandra Palacios, y a otras instancias legales hacer su trabajo.

@MarioMal

mario.maldonado.padilla@gmail.com

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