Aunque en general no se vea así, es un signo de progreso la renovada discusión sobre si México es un país mayoritariamente pobre. No hace muchos años el consenso era que lo era e irremediablemente; hoy se discute si pudiera ser clasemediero. No son pocos los analistas que parecieran disfrutar la publicación de alguna estadística que les asegure que la pobreza es todavía superior al 50 por ciento.

La renovada y bienvenida discusión se ha intensificado por el necesario énfasis en la desigualdad, y por la reciente publicación de la Encuesta Nacional Ingreso Gasto de los Hogares 2014 y de la medición oficial de la pobreza. Tanto el INEGI como el Coneval llevan a cabo un trabajo de excelencia que permite una discusión mucho más informada que antes, pero no exenta de advertencias.

Quizá el resultado más importante esté relacionado con la variación estatal. Si bien es cierto que, de acuerdo a las cifras de la ENIGH y del Coneval, el ingreso de los hogares parece haber caído y la pobreza aumentado en promedio, un análisis estatal arroja datos para subrayar. De las 32 entidades federales, 18, la mayoría, experimentaron descensos en la pobreza. Varios estados lo hicieron de manera pronunciada: de mayor a menor reducción proporcional de la pobreza se encuentran Nayarit, Durango, Nuevo León, Jalisco, Aguascalientes, Quintana Roo, Querétaro, Guerrero y Yucatán.

Por el otro lado, 14 estados experimentaron incrementos en la pobreza. Los más destacados incluyen, de mayor a menor: Morelos, Veracruz, México, Michoacán, Sinaloa, Coahuila y Oaxaca. Cabe destacar que el estado de México y Veracruz explican el 72 por ciento del incremento nacional de la pobreza de dos millones de mexicanos.

Las diferencias regionales deberían llevar a una importante reflexión sobre las causas de los cambios en la pobreza. Vistos los resultados estado por estado, es patentemente erróneo concluir que no se puede reducir la pobreza y alcanzar estadios superiores de desarrollo. Vale la pena subrayar que ya en no pocos estados la pobreza es sin duda minoritaria y por tanto la clase media muy mayoritaria. Hay 23 estados con pobreza menor al 50 por ciento.

Los 10 estados menos pobres son Nuevo León (20 por ciento de pobreza), Distrito Federal (28), Baja California (29), Sonora (29), Coahuila (30), Baja California Sur (30), Querétaro (34), Colima (34), Chihuahua (34) y Aguascalientes (35). Con excepción de la privilegiada capital del país, todos ellos exportadores de bienes o servicios.

Además de la dimensión regional, para una mejor interpretación de las cifras, es necesario abundar en la caída del ingreso promedio de los hogares de 3.5 por ciento en términos reales entre 2012 y 2014. Una caída de esta magnitud es un tanto sorprendente en vista de que entre el tercer trimestre de 2012 y el tercero de 2014, el PIB tuvo un crecimiento real de 3.8 por ciento. Aunque no debe utilizarse la ENIGH como medida absoluta del ingreso nacional, una diferencia de siete puntos porcentuales obliga a profundizar sobre el asunto.

Para esto es necesario desglosar el ingreso de los hogares. De acuerdo a la ENIGH 2014, el ingreso total de los hogares cayó a pesar del fuerte crecimiento de las remuneraciones por trabajo subordinado de 6.3 por ciento (y que representa cerca del 60 por ciento del total). La caída la explican dos rubros: un descenso de 34 por ciento en los ingresos por trabajo independiente (lo que es incongruente con el comportamiento de la informalidad) y una muy importante disminución del 14 por ciento de las transferencias. Si las transferencias hubieran permanecido constantes, el ingreso de los hogares hubiera caído 0.7 por ciento y no 3.5 por ciento. Es decir, la abrumadora mayoría de la disminución del ingreso de los hogares y el incremento en la pobreza se explica por un descenso en las transferencias y no por el comportamiento de la economía.

Las transferencias con mayores cambios fueron las siguientes: jubilaciones y pensiones (-15 por ciento), becas del gobierno (-17), donativos en dinero (-17) e ingresos de otros países (-22). Excepción hecha de las remesas, las caídas en las otras transferencias sólo se explican por su incremento significativo en 2012: jubilaciones y pensiones (23 por ciento), becas del gobierno (15), donativos en dinero (11) e ingresos de otros países (-19). Es decir, en un año electoral subieron las transferencias y el que no lo es, bajaron. Este mismo análisis decil por decil es todavía más dramático e impacta sobre todo a los deciles medios.

La principal conclusión del análisis de ingresos es entonces que el laboral tuvo un comportamiento bastante positivo, pero que el total parece haber caído sobre todo por cambios en las transferencias y por un colapso de los ingresos por trabajo independiente que requiere una explicación.

Por otro lado, vale la pena también señalar que es de sobra conocida la subestimación de los ingresos que tiene la ENIGH. La subestimación tiene varias fuentes, pero destacan la renuencia de los encuestados a revelar su nivel de ingresos, así como la enorme dificultad a imputar el retorno al capital. De acuerdo a las cuentas nacionales, el pago al capital en México representa dos tercios del PIB y el pago al trabajo un tercio. En la ENIGH la proporción es exactamente la inversa. Si los ingresos y gastos en la ENIGH están subestimados, cabe preguntarse el monto y la distribución entre deciles de esa subestimación.

La Cepal la estima en poco más del 50 por ciento y publica sus propias cifras de pobreza corrigiendo la subestimación promedio. Usando las cifras de la ENIGH, Cepal estimó que el 37 por ciento (y no el 45.5 como Coneval) de los mexicanos estaba en pobreza en 2012. En dos o tres meses publicará sus estimaciones para 2014. De una manera similar, pero con resultados distintos, Gerardo Esquivel y Oxfam corrigen la subestimación de la ENIGH pero asignan el ingreso faltante mayoritariamente al décimo decil con base a la distribución de la base gravable para el impuesto sobre la renta de Colombia y Uruguay.

Una manera alternativa y complementaria de hacer la corrección, congruente con el enfoque de Clasemediero de Luis Rubio y Luis de la Calle, sería corregir la subestimación no por el lado del ingreso sino por el lado del gasto. Si en el país se observa un crecimiento de salas de cine, admisiones a universidades públicas y privadas, mayor consumo de bienes finales, uso de teléfonos inteligentes, de TV restringida, y otros y el patrón de gasto de la ENIGH subestima el tamaño del mercado, se puede generar una metodología para asignar los consumos faltantes a los distintos deciles e incrementar sus ingresos con base a su capacidad de gasto. Aunque no se ha hecho todavía una corrección por el lado del gasto, se antoja difícil que todo el consumo adicional estuviere concentrado en un decil.

Finalmente, vale la pena recordar que, de acuerdo al Coneval, y con datos sin corrección, el nivel de pobreza en el país es inaceptable: 46.2 por ciento. Sin embargo esto quiere decir que el 53.8 por ciento de los mexicanos es no pobre o, desde mi punto de vista, de clase media aun quitando a los ricos. Otros analistas prefieren insistir en una medición unidimensional de la pobreza de tal suerte que, con la línea de bienestar, puedan concluir que el 53.2 por ciento de los mexicanos es pobre. En este caso, basta una subestimación pequeña del ingreso del sexto decil para que la mayoría sea no pobre, clasemediera.

Twitter: @eledece

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