Sobrado y socarrón, el entonces procurador Jesús Murillo Karam le dio al traste a una de las mayores investigaciones en la criminología del país: con voz déspota acuñó “la verdad histórica” del caso Ayotzinapa.

En síntesis: un grupo criminal, Guerreros Unidos, en una confusión dantesca secuestró, asesinó, quemó, y luego destrozó, los restos de 43 normalistas de la Escuela Isidro Burgos de Ayotzinapa que intentaron secuestrar camiones para la protesta anual del 2 de octubre. Entre los responsables, hoy presos, se encuentran el presidente municipal de Iguala, su esposa y su policía y varios miembros, algunos líderes clave, de la organización criminal.

¿Alguien puede dudar que eso pase en México?, ¿en el país de los 72 cadáveres de San Fernando?, ¿en el de las decenas de miles de desaparecidos?, ¿en el de los mutilados, castrados y descabezados?, ¿alguien duda que un grupo criminal pueda hacer eso en el Guerrero de los cientos de millones de dólares que les brinda la amapola que se vuelve heroína para los yonquis gringos y europeos?

Murillo Karam echó por la borda miles de horas de trabajo de los mejores hombres y mujeres en México en las ciencias forenses por su estúpida “verdad histórica”, le ganó la sorna y regaló una causa de lucha a organizaciones que se caracterizan por ser sanguijuelas de los derechos humanos en México.

Las cortes internacionales tienen en sus manos algunos datos que podrían estallarle a la actual administración, algunos de los detenidos, que otrora descuartizaban gente viva, hoy alegan tortura y para colmo podría haber fallas en el “debido proceso” de algunos imputados.

Dudo que alguien pise la calle después de las toneladas de pruebas en su contra en el caso Ayotzinapa, pero me pregunto, por si acaso algún asesino recupera su libertad, ¿se unirá al movimiento?, ¿irá a las marchas con los padres de los hijos que hizo pedazos y arrojó al río San Juan?, ¿gritará con soberbia merecida de su garganta ¡fue el Estado, fue el Estado, fue el Estado!?

¿Acaso alguien con tres dedos de frente puede creer que el Ejército no tenía nada mejor que hacer que matar o secuestrar a 43 estudiantes?, ¿que el Presidente se levantó de mal humor y los mandó asesinar?, de verdad, ¿somos tan estúpidos?

Hay mezquinos que ruegan por la libertad de los asesinos para propinar un golpe político de cara a 2018, por el bien del país, ¿no valdría la pena unirnos contra los verdaderos hijos de puta que mataron, no solo a 43, sino que todos los días llenan de sangre nuestras calles?

Dicen que cada sociedad tiene la justicia que se merece. Creo que merecemos más.

DE COLOFÓN.- Murió en febrero, lo velaron en Gayosso, dicen que se suicidó. Su nombre está ligado al caso Odebrecht.

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