Aurelio Nuño Mayer es una pieza clave en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, uno de sus más cercanos y de sus mayores confianzas en tiempos álgidos o de gloria.

Un ejemplo, Nuño fue el único secretario de Estado convidado a una reunión con gobernadores priístas en Los Pinos a mediados de junio para “festejar” el triunfo de Alfredo del Mazo en el Edomex y marcar los ánimos rumbo a 2018.

Pero, además, Aurelio Nuño es un hombre cercano a Luis Videgaray, catalogado por muchos como el miembro más poderoso del gabinete, la voz más cercana a Peña Nieto, y es él precisamente, Luis Videgaray, uno de sus principales promotores.

Independientemente de los susurros de palacio, de cofradías, de envidias y de traiciones, lo cierto es que Aurelio Nuño se dibuja como una opción para ser el candidato del PRI a la Presidencia.

Sin embargo, Aurelio Nuño se presenta como la opción más sistémica del sistema, exitoso y preparado sin duda alguna, pero extremadamente alineado, lejos de una posibilidad disruptiva… a menos que tengan una sorpresa bajo la manga.

Aurelio, con sus casi 40 años, podría venderse como un candidato joven, quizá un tanto fresco: fotografía bien, habla bien, se vende bien en los discursos de la plaza pública y cumple con otros requisitos en la imagen de un candidato, pero Nuño es demasiado bien portado, es demasiado del equipo del Presidente, es demasiado Peña Nieto.

Por eso es que sería la opción más complicada para que el PRI, prácticamente muerto en las encuestas con cualquier candidato, pudiera retener la silla presidencial.

Quizá Nuño sea el mejor candidato de Peña Nieto y de Luis Videgaray, pero en política los apegos que se vuelven necedades casi siempre terminan en un gran fracaso… aunque, insisto, a veces hay grandes sorpresas.

La juventud de Nuño, su ascenso meteórico, el discurso fuerte, y el éxito en las negociaciones, durante el conflicto de maestros con la CNTE, son algunas de sus cartas fuertes, incluso puede decirse que la reforma educativa es una de las pocas reformas concretas y medianamente palpables en la administración de Peña Nieto.

Pero, con todo y reforma, sin que necesariamente sea responsabilidad de Nuño, en la educación mexicana no hay casi nada para presumir y sí mucho para reclamar.

¿Cómo le irá al secretario previo a la asamblea de agosto?... Eso puede ser definitivo.

DE COLOFÓN.— Dos muertos en una carretera nueva, las lluvias son típicas, casi igual que la torpeza que aflora fracasos.

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