Valeria sonríe mientras sostiene su diploma de primaria. Su madre me cuenta que se llenó de ilusiones con la toga y el birrete, quería vestirse elegante para su primera graduación formal, para presumir su foto a los amigos y familiares, quería seguir estudiando, quería ser alguien, algún día ayudar a sus padres, hacerlos sentir orgullosos de su esfuerzo… pero le arrebataron el futuro de la manera más vil.

Valeria, con sus once años, conoció en pocas horas un terror que no vivimos muchos en toda la vida. Duele escribirlo, duele imaginarlo y duele más aceptarlo: a Valeria la secuestró el chofer de una combi en el Estado de México, ahí mismo, en el vehículo, abusó sexualmente de ella con gran tormento, luego la asfixió hasta matarla y abandonó su cuerpo, vejado y medio desnudo, en la nada, apostándole al olvido, a la impunidad.

José Octavio Sánchez Razo es un hombre de 42 años que estuvo preso en una cárcel de la Ciudad de México por crímenes sexuales, salió libre por la misma razón que salen libres la mayoría de las parias, porque nuestro sistema penal es una caricatura, porque Sánchez Razo nunca violó a nadie que fuera pariente de funcionarios o de potentados, de otra manera, Valeria seguiría viva y el tipo estaría pudriéndose en la prisión, pero aquí, como en el Código Hammurabi, violar a una pobre recibe menos castigo que violar a una rica, ¿para qué fingimos?, en México hay hombres superiores, plebeyos y esclavos.

José Octavio, ya libre, fue contratado y autorizado para manejar un transporte público, pudo llevarse a muchas Valerias y aprovecharse de tiempo, modo y circunstancia para abusar de ellas… probablemente nadie diría nada.

¿Qué hubiera pasado si Jaqueline Ortiz, la madre de Valeria, no denunciaba el caso de forma pública?, ¿y si el cuerpo de la pequeña, como tantos otros, no era localizado?, ¿el MP seguiría ralentizando la denuncia hasta el ridículo de los trámites?, ¿los policías municipales de Neza y de la CDMX seguirían pidiéndole que “le marcara al novio”?, porque, parece que el protocolo real apunta a eso: si una mujer desaparece, seguramente es porque se fue con el novio o con el amante, porque las mujeres son así, se van con los hombres que las sonsacan, porque no tienen voluntad, porque no piensan, porque… ¡el pensamiento del macho sobre las horas cruciales para salvar una vida!

Probablemente, José Octavio Sánchez Razo es el responsable material de la violación y muerte de Valeria, pero Jacqueline Ortiz tiene toda la razón: ¡A Valeria la mató el gobierno!, la mató la negligencia y la torpeza de un centro de mando que no hizo nada aunque había cámaras que podían detectarlo casi todo, de un ministerio público que se tardó horas en levantar una averiguación, de unos policías que fueron indiferentes al dolor de unos padres desesperados por su pequeñita y de unos funcionarios que salieron, desesperados, al control de daños. Sí, a Valeria la mató el gobierno.

Supongo que cuando pierdes a una hija a manos de la estupidez y la negligencia, los salarios rosas, las giras para denunciar el fraude y los cuernitos del rock, todo junto, se convierten en una grosera bagatela y las frivolidades se suman a la impotencia de sabernos solos y usados.

DE COLOFÓN. Guía para Jefes de Gobierno con aspiraciones presidenciales: pregúntale al INAH antes de hacer un Metrobús.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses