Javier era un compa de primera, un cabrón en sus textos al que le molestaba la formalidad extrema y mamona, él prefería escribir en un lenguaje más abierto y menos encriptado, para que todos entendiéramos bien al maldito infierno en el que nos hundimos desde hace muchos años. Las crónicas de sus Morros del Narco, por ejemplo, dejan al lector tenso, impotente y hasta empático con sus personajes.

Javier era un periodista de primera, como independiente, como corresponsal y con su Ríodoce que le ganó exclusivas a los medios poderosos y grandotes en más de una ocasión, como cuando reportaron, antes que nadie, los ataques y balazos en la Tuna Badiraguato que buscaban levantar a la mamá del Chapo.

Javier era un tipo que siempre te regalaba una sonrisa de buena gana, Javier era un tipo que siempre buscaba la forma de apoyar y sumar, cosa rara en este medio repleto de vanidades, Javier era un chingón, Javier era… Duele, es eso lo que cala en estas letras: Javier “era” y no lo volverá a ser más porque nos lo mataron y nos dieron en la madre con su silencio eterno que ahora se vuelve escándalo en voces desgarradas con gritos que claman justicia.

Pero Javier no era protagonista ni acaparador, justicia para él y para todos: periodistas, ciudadanos, para todas las bajas de todas las fuerzas y para todo, no solamente para los muertos, para los que sufren un secuestro, para los que se quedan en la miseria después de la extorsión, para las niñas y mujeres convertidas en esclavas sexuales, para todos los abrasados de la hoguera en que se convirtió la seguridad de este país.

No sé si fue el “narco Estado” o el “Estado” o el “narco” el responsable de su muerte, al final todo puede ser una mezcla del desastre que vivimos y que dejamos crecer por décadas de mirar hacia otro lado y de tolerar la pax narca que terminó convirtiéndose en guerra.

Pero sí sé que peleados, en la lógica de todos contra todos, como sociedad y como país terminaremos siendo una bagatela, una bicoca a manos de unos hijos de puta que quieren vernos como sus peones para el mercado negro.

Tenemos que ser más que un maldito puñado de sicarios. Valemos y nos merecemos más.

El enemigo es claro, solo falta que de verdad queramos verlo.

DE COLOFÓN.— Se realizó un entrenamiento militar de “prácticas de rescate de rehenes” en los talleres de mantenimiento del Metro en la CDMX.

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