El rompecabezas de los partidos en multiplicación cuántica, dispersos en pequeñísimos trozos de lo que ya era ilusoria imagen tribal, son hoy sucesión infinita de círculos reflejados en el pantano donde las ranas pidiendo rey de la fábula helénica son ajolotes coronados en el vacío: Candidatos independientes en busca de asidero, inflados, fascinados por el golpe electoral de Donald Trump y la victoria xenófoba del populismo ficticio, tradicionalismo triunfal de la demagogia fascistoide.

Ni un reproche podría hacerse a la postura del humanista Álvarez Icaza, quien reunió a una docena de amigos y parientes en Tlatelolco, en la Plaza de las Tres Culturas, cuna del saber de Bernardino de Sahagún y de la memoria indígena preservada. No hace tanto tiempo que se escuchó la pregunta insolente, aparentemente ingenua de Vicente Fox: “¿Y yo, por qué?”. Que los muertos entierren a sus muertos. ¿Y yo porqué no?, pregunta ahora el defensor designado de los derechos humanos aquí y a lo largo de la América que fuera nuestra. Ya es aspirante presidencial, todo un movimiento; y trae a cuento la proeza de las redes sociales, conducto de información, flujo libre para la incesante exposición de sandeces, según Umberto Eco.

Ya triunfó en Nuevo León, al pie del Cerro de la Silla, Jaime Rodríguez El Bronco, antiguo aprendiz de Alfonso Martínez Domínguez, el priísta por excelencia que integró el trío de coroneles con el Colorado Sánchez Mireles y Jesús Robles Martínez: De caporal a hacendado, de aprendiz a gobernador, sin partido y con presunta independencia. No es lo mismo atrás que en ancas. Ya ni para levantar la reata sirve, en el jaripeo que se aproxima. Lo de ahora no es porque esté flaca la caballada, según la frase que grabó en el aire enrarecido del cesarismo sexenal Rubén Figueroa, el viejo, el de Huitzuco que fue secuestrado por Lucio Cabañas y sobrevivió para dejar heredero y nieto con aspiraciones. Ahora son de a pie y siguen al carruaje de los dueños del dinero, al de la Cenicienta o al de Quinceuñas. Pura infantería.

Y aunque El Bronco pase apuros porque se comprometió a encarcelar a su antecesor Rodrigo Medina y no ha podido, el lema de la honestidad valiente sirve de bandera tanto a fieros a la sombra del árbol que da moras, como a tímidos tecnócratas o tartufos. De pueblo globero a marchistas en campos minados en los que estalla la violencia sembrada y cultivada por la impunidad y la leyenda. En Veracruz gobierna Miguel Ángel Yunes, ha iniciado la recolección de millones entregados por emprendedores asociados con el fugitivo Javier Duarte; y sus investigadores descubrieron una bodega con lujosos cochecitos de juguete y regalos del rey de oros. Pero en plena persecución del evasivo paisano estalla la violencia, y tras un encuentro en Córdoba con el secretario de Gobernación, en el puerto de la tres veces heroica Veracruz amanecieron once cadáveres.

Pleitos de familias de los que nadie hace caso... Pero ya patrullan el estado los soldados, y Miguel Ángel Osorio Chong envió a la Gendarmería a intentar imponer el imperio de la ley. Ni modo. Es hora de adelantar los relojes y encender los faroles aunque brille el sol en todo su esplendor. Miguel Ángel Yunes tiene un año y meses para esperar la aparición de Javier Duarte y aprovechar el rompecabezas de los partidos para incluir su nombre entre los candidatos a la Presidencia de la República. Del PAN, desde luego. Ahí está el pan, dicen los tahúres. Y ya se enfrentaron ruidosamente Andrés Manuel López Obrador y Miguel Ángel Yunes. No habrá debate. Pero ya hubo acusaciones mutuas de nepotismo y de enriquecimiento explicable; en plena luz, el uno; en la opacidad cómplice el otro.

Así va a ser toda la temporada. A Silvano Aureoles Conejo se le hacía tarde para anunciar, detrás del espejo michoacano, que él sería candidato del PRD a la Presidencia de la República. Y ni una sonrisa del gato de Cheshire quedó en el aire todavía oloroso a pólvora de las tropas de autodefensa, caballeros andantes tras la memoria de José Inés Chávez García. Da grima el espectáculo circense en la tierra de Melchor Ocampo y de Lázaro Cárdenas del Río. Sobre todo porque el PRD ya tiene dueño y Miguel Ángel Mancera reclama su derecho a ser candidato y no militante en el partido sin pies ni cabeza: candidato independiente y de partido con registro y sin horizonte.

Sobre todo al caernos la noche y volverse a aparecer Graco Ramírez, jinete sin cabeza en la tierra de Zapata: Yo seré candidato del PRD y de una gran alianza de toda la izquierda, proclama en gira permanente de la Conago. También hay fugas hacia adelante. Y el tabasqueño que convenció a la gente decente de Cuernavaca para llegar a gobernador, acelera el paso del ferrocarril al que subió de la mano de Rafael Aguilar Talamantes: servir de fogonero al conductor del poder presidencial y ser esquirol contra quien se oponga. No ser el sucesor sino una voz que denuncia y asegura poder reducir algunos de los seguidores potenciales del adversario del inquilino de Los Pinos.

A estas alturas se escandalizan las gentes de bien, los conservadores de Cuernavaca que apoyaron a Graco Ramírez. Y se multiplican los lamentos y las denuncias por el saqueo. En la tierra de Zapata el botín es para el que lo trabaja. Y Graco Ramírez se postula nuevamente y asegura que una alianza de toda, pero toda la izquierda nacional integrará la invencible alianza. ¿Toda? ¿También los de Morena que siguen la voz y los pregones de Andrés Manuel López Obrador, candidato ya por tercera ocasión, guía único y voz exclusiva de la izquierda de Morena y de los ricos que han decidido abandonar todo para seguir al predicador de la moral en las alturas, remedio para acabar con la corrupción y vileza de quienes creen que es un árbol que da moras?

Así va a ser toda la temporada. Con la amenaza de Trump y con Felipe Calderón dispuesto a todo para convertirse en Presidente Consorte; el incontenible avance de López Obrador en las encuestas y la deserción de los perredistas que abandonan a Miguel Mancera para seguir al favorito de los arúspices, a pesar del ascenso de Donald J. Trump al poder y los pronósticos multitudinarios del “¡no puede ser!” Apriétense los cinturones, va a ser un vuelo turbulento.

Porque el PRI celebra ochenta y ocho años de existencia, fiel a la fantasía de que el PRI es el mismo partido que el PNR. Relevos generacionales aparte y presunto arribo del civilismo con el general Manuel Ávila Camacho. Y después de la derrota del año 2000, el triunfo de la permanencia del antiguo régimen en 2012 y al borde del abismo en 2018, el inefable Enrique Ochoa cede al cultivo yucateco y mueve las piezas para dar espacio a Claudia Ruiz Massieu y la CNOP al senador Arturo Zamora. No han de ser populares los obreros y los campesinos.

En la Fundación Colosio volverán a escuchar y atender las razones de la reforma de Estado. Unidad no es unanimidad. Y quien pretende gobernar para todos, acaba por gobernar a nadie.

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