El triunfo de Donald J. Trump en las pasadas elecciones presidenciales sin duda representa para México riesgos, pero también oportunidades.

De entrada, las autoridades monetarias y hacendarias tendrán que hacer los ajustes necesarios a medida que vayan estimando las repercusiones correspondientes a la economía mexicana. Empero, quizás más profundamente representa también la oportunidad para disminuir la dependencia absoluta que tenemos sobre la economía estadounidense y empezar a mirar a otros lados del mundo, comenzando a sacar beneficios con los otros 45 países con los que se tienen firmados tratados comerciales.

Significa entonces un replanteamiento estratégico del sector industrial mexicano, como así se hizo en el área de los agronegocios, donde nuestras exportaciones en mercados tan exigentes como los europeos y asiáticos son muy valoradas. Significa también sacar ventaja de las reformas estructurales, largamente esperadas y de la voluntad política de dar la promoción adecuada y eficiente al empeño emprendedor e innovador mexicano.

El renovado proteccionismo estadounidense que está por empezar habrá de exigirnos una mayor competitividad si queremos abrir puertas en el escenario internacional. Sin duda, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), vigente desde hace 22 años, será revisado, independientemente de la renegociación que desea la nueva administración, a la luz del efecto de China en el comercio mundial y la nueva composición de los bloques internacionales, diferente a la que existía hace dos décadas cuando se firmó el TLCAN. Un incremento dentro del componente trinacional dentro de los productos maquilados en México sería una buena oportunidad, porque así los tres países de Norteamérica ganarían. Los estadounidenses por su parte tratarán de obtener más espacios, y sería impensable que lleguemos al cabildeo sin una agenda bien preparada y los estudios técnicos correspondientes

Asimismo, se debería tratar de incorporar el tema energético, si fuera el caso del TLCAN renovado. En este apartado, sería muy importante una sección de energías limpias. México podría avanzar en este aspecto y aprovechando los cambios a la reforma energética hacer la transición, obteniendo una ventaja competitiva, frente al rezago que experimenten las empresas estadounidenses ante el desdén de Trump al cambio climático.

La intención de Trump de canalizar recursos al desarrollo de la infraestructura abre también las posibilidades, por ejemplo, al sector minero; así los metales industriales como plata, cobre, zinc, níquel, acero, etcétera, podrían tener mayor demanda, ceteris paribus, a la vez que su precio se elevaría.

La propuesta de reforzar la seguridad, tal vez no vendría mal a México, azotado por el contrabando y la piratería; así como por el tráfico de drogas y abrir la posibilidad de compartir mayor información delictiva.

En lugar de victimizarse, tal es el momento para nuestro país de poner mayor atención a la competitividad y capturar el gran mercado nacional y otros mercados no explotados. Porque si bien no se sabe la profundidad de los cambios, la dirección comercial de la economía estadounidense será contra el libre comercio y la inmigración.

No obstante, Trump y su equipo de republicanos conservadores al ejecutar su programa proteccionista y anárquico, tendrán que enfrentar la muralla que representa los intereses de las empresas más dinámicas y poderosas, no sólo de Estados Unidos sino del mundo, y eso puede representar un costo a sus propósitos aislacionistas.

Empero, el Banco de México ha enfatizado que, si bien aún no hay elementos suficientes para mapear con precisión las acciones de EU, éstas podrían tener impacto en la economía en tres rubros:

1. Que la nueva administración de Estados Unidos ejecute políticas que obstruyan las cadenas de producción compartidas.

2. Que persista la volatilidad en los mercados internacionales que puedan reducir las fuentes de financiamiento o la inversión extranjera para México.

3. Que persista el deterioro que se ha observado en los niveles de confianza de los consumidores e inversionistas que puedan restar dinamismo al sector privado.

Por estas razones, las autoridades monetarias auguran que el crecimiento de la economía mexicana será menor en este año y en 2017.

*Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte

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