México está por iniciar uno de los capítulos más importantes en materia comercial de su historia, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), donde el tema principal de las discusiones tendrá que ver con las reglas de origen.

Estados Unidos habla de elevar el porcentaje de contenido regional en la industria automotriz y a través de este mecanismo ser el principal proveedor de insumos y también el productor de las mercancías que se intercambian en América del Norte para beneficiarse comercialmente; no obstante, la región no es capaz de suministrar todos los insumos como chips, microconductores y otras partes.

Las reglas de origen son regulaciones que ayudan a determinar la procedencia del contenido nacional de un producto e identificar qué mercancías pueden tener el trato arancelario preferencial del TLCAN.

Para Estados Unidos, otros competidores se están beneficiando del comercio en la región sin ser miembros del TLCAN, principalmente naciones asiáticas que llegan a producir componentes de algún producto y no pagan arancel.

En el caso de la industria automotriz, actualmente 62.5% del valor total de los automóviles vendidos en América del Norte debe ser originario de Estados Unidos, México o Canadá para no pagar aranceles de importación, pero Estados Unidos busca elevar ese nivel para hacer más difícil que partes de otros países entren en la cadena de suministro y la producción se quede en esta zona, principalmente en su territorio.

Hay que recordar que en 2016 las exportaciones mexicanas sumaron 373 mil 930 millones de dólares, 30% de ellas son ventas automotrices y en su mayoría se destina al mercado norteamericano, mismo que recientemente ha presionado a los principales fabricantes (Chrysler, General Motors y Fiat) a trasladar su producción a su territorio.

Hacer más rígido el porcentaje en las reglas de origen, podría traer consigo una mayor integración entre las naciones miembros del TLCAN, pero no así con el resto de las economías del mundo.

Al estar obligadas a tener un mayor porcentaje de producción local en sus exportaciones, se fortalecerían sus cadenas productivas y de proveeduría, se ayudaría a generar empleos, además de elevar la competitividad y proteger a la región de la competencia desleal.

No obstante, para México significaría concentrar su comercio con Estados Unidos e inhibir su proceso de diversificación de exportación manufacturera, lo cual nos resta margen de maniobra, quedando en cierta posición vulnerable ante las decisiones de nuestro socio del norte, ya que, sin duda, éste depende de Asia para diversos componentes.

El problema surge en que Estados Unidos busca utilizar las reglas de denominación de origen para orientar el comercio a su favor, revertir el déficit que tiene con México, generar mayor empleo en su país y retener la inversión, en lugar de abordar el tema a nivel regional, como indicamos en el párrafo anterior.

Para algunos sectores, elevar el porcentaje de contendido nacional no es viable, por lo que se verían sujetos al pago de aranceles, mientras que otros consideran que están preparados para modificar este porcentaje en cierto rango pero de manera gradual.

Por el momento, se ha planteado el caso de la industria automotriz, pero cada rama de la manufactura tiene diferentes niveles de elasticidad respecto a la rigidez en las reglas de origen, como pueden ser el acero, la electrónica, eléctrica, la siderúrgica entre otras; por ejemplo, al interior de la propia industria de autopartes hay piezas en su mayoría electrónicas que sólo se producen en China.

Las negociaciones no serán fáciles, pero se debe pensar regionalmente, ver el TLCAN como una zona altamente competitiva y buscar soluciones. La sustitución de insumos es una de esas posibles soluciones para reducir la dependencia externa principalmente de Asia, lo que podría fortalecer a los fabricantes mexicanos, pero lleva tiempo.

Si bien es cierto que el TLCAN deber ser renegociado porque el comercio mismo ha evolucionado y hay mayor uso de la tecnología, también se debe considerar la economía digital y el comercio electrónico que no existían en 1994. Los términos en los que se establezcan las reglas de origen deben beneficiar a los tres países y no sólo a una economía.

México debe estar preparado. Reformular las reglas de origen implica que los sectores estratégicos y de vanguardia vinculados a la rama manufacturera de exportación trabajen en generar una propuesta en la que el país pueda explotar y potencializar sus ventajas competitivas y comparativas; por ello, es necesario que las empresas cuenten con escenarios, con estudios bien definidos de la industria y sus alcances, que conozcan las cadenas de suministro, así como estar dispuestos a que el comercio sea uno de los principales motores de la economía.

Presidente de Consultores Internacionales S.C.

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