En nuestro México, como en muchos países, seguimos destruyendo alegremente lo que nos queda de naturaleza. En el mes de septiembre cayeron varias malas noticias, gracias a los periodistas que luchan contra la conspiración del silencio: incendio criminal en la isla de Holbox (reserva ecológica), obviamente para lograr el cambio de uso de suelo y los desarrollos inmobiliarios que acabarán, tarde o temprano, con el Área Natural Protegida de Yum Balam; incendio en la biosfera de Dzilam —en la costa de Yucatán también— posiblemente provocado por “sancochadores” furtivos de pepino del mar. Juntar los datos para levantar un censo geográfico de los incendios criminales en nuestro país en lo que va del año daría un resultado terrorífico, pero ayudaría a tomar conciencia de la dimensión del problema.

El incendiario, especulador inmobiliario, cazador, pescador furtivo no es el único enemigo del bosque: el talador-hormiga con su sierra-cinta y las grandes compañías madereras acaban con todo, de manera irresponsable y criminal. En septiembre, se informó de la clausura de siete aserraderos en la Reserva de la Mariposa Monarca en Michoacán, pero ¡agárrense! Si bien tres aserraderos fueron cerrados de manera definitiva, los cuatro restantes se encuentran en “proceso administrativo”. ¿Cómo puede ser, si todo esto es ilegal? Fue el primer gran operativo, nos dicen, de la Gendarmería Ambiental, cuya creación ha sido necesaria para salvar la vida de los inspectores forestales y de los guardabosques que los taladores no dudan en matar. Doblemente criminales. En el país, hay 108 “zonas críticas forestales”. ¿Cuántos gendarmes se necesitará para salvar al bosque, lo que queda de él en el Ajusco, Pico de Orizaba, la Malinche, los Volcanes, Tepoztlán?

Nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros hemos acabado en México con toda la fauna silvestre algo grande y acabaremos, a como van las cosas, hasta la última huilota. Que en África, cada quince minutos, haya un elefante menos no es un consuelo. El primer censo africano a escala continental demuestra que la población de estos hermosos, inteligentes, sociables animales disminuyó 30% en siete años por la caza furtiva (debida al tráfico internacional de marfil) y la destrucción del medio ambiente. Su protección se da en el marco de una guerra a muerte en la cual caen cientos de heroicos guardabosques que defienden, también, a rinocerontes y gorilas amenazados de extinción. ¡Cómo puede ser! China es el gran mercado negro del marfil, símbolo de estatus social, y del polvo de cuerno de rinoceronte, supuestamente afrodisiaco: vanidad y erección. ¡Por eso están condenados los hermosos mastodontes! No hay animal más estúpido y criminal que el hombre.

A otra escala, manifestamos la misma irresponsabilidad que termina siendo criminal. Por ejemplo, la contaminación aumentó en la mayoría de los ríos de África, nuestra América Latina y Asia en los últimos 25 años, lo que amenaza tanto la salud de una población que no deja de crecer, como la producción de alimentos que debe crecer en proporción. ¿Qué tal las aguas negras que podemos admirar, corriendo en medio del barrio de Contreras, Distrito Federal, perdón CDMX, y el canal de aguas negras en medio del valle de Toluca y los canales de semejantes aguas en el Estado de Hidalgo, y el desastre ecológico y cancerígeno del río que era hace un siglo el Niágara de México, en El Salto, Jalisco? En el caso de las aguas, a diferencia de las amenazas sobre el bosque y los animales, tenemos los instrumentos técnicos necesarios, sólo falta la voluntad de drenar y reciclar las aguas negras, construir plantas de tratamiento de aguas y basura. El corto plazo electoral que hace que todos nuestros políticos sufran miopía extrema, explica que muy pocas de nuestras ciudades hayan resuelto el problema de la basura sólida y líquida. ¿Hasta cuándo?

Investigador del CIDE.
jean.meyer@ cide.edu

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