No hay mexicano, futbolero o no, que no hablé de la sucesión en la banca de México.

Parece que fuera urgente nombrar al sucesor del ‘Piojo’. Haga de cuenta que nos va la vida en ello, el precio del dólar o poder aniquilar la impunidad que nos gana por goleada cada minuto.

Se especula con la nacionalidad, los méritos y la edad del próximo mesías. Ese nuevo pastor nos quitará la ansiedad, nos renovará las esperanzas para el mitológico quinto partido y nos aliviará de todos los males. En ese confiaremos ciegamente hasta que dé motivos para cerrar e iniciar un nuevo ritual ofrendando una nueva cabeza en la dirección técnica de la Selección Mexicana de futbol.

¿Por qué ninguno de los que pasaron por la horca ha declarado públicamente del cese, indefendible por cierto, de Herrera?

Sorprendente falta de solidaridad es la que priva en este club de socios cuyas diferencias son mucho más radicales que las semejanzas que les unen más allá del negocio.

No importa quien llegué en lugar del ‘Piojo’. Es más importante definir el proyecto, los apoyos y el perfil para entonces, acertar en las características del entrenador. Al revés está demostrado que es imposible en México. No preguntemos qué nos daría “x” entrenador, sino qué le daríamos a él para que su chamba pueda ser la más eficiente.

¿Queremos que la prioridad sea el Mundial de Rusia 2018? Bien, pues hay que calendarizar e invertir recursos en función de ello y sacrificar otros factores que deben ceder su lugar protagónico. No somos España, Italia o Inglaterra, donde todo puede confluir y existir con método para darle el mismo peso a cada variable del negocio y deporte.

Dejémonos de cuentos. Que si debe conocer el medio. Que si debe ser extranjero de peso y personalidad. Lo que hace falta es que el jugador mexicano llegué a Selección Nacional con mayor calidad y recursos. Eso es lo que marca diferencia.

Librémonos de cuentos sobre polos opuestos e impertinentes. Que si es ofensivo. Que si es defensivo. Se debe dominar cada tarea según las circunstancias, momento y características del rival. Aprender a defender como Italia cuando se requiere, con los recursos del Barcelona para atacar, sería el auténtico Jogo Bonito. Defender como prioridad, con o sin balón, con contundencia, ha hecho tantos campeones brillantes como aquellos que se proponen y logran agobiar al rival en su cancha, corriendo riesgos intrépidos en defensa. Es importante quien llegue, pero más para qué y con qué herramientas.

Mientras, al deporte nacional: la especulación y la carrera frenética por la primicia, al costo que sea.

Twitter: @Javier_Alarcon_

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