Este 9 de febrero se celebra, desde 2004, el Día Internacional de la Internet Segura; para muchos, el usuario común, el asunto de la seguridad no es uno de vital importancia, por esa razón son el blanco favorito de los ciberdelincuentes. La cultura de la seguridad en Internet no se reduce a instalar un antivirus en nuestras computadoras personales, en realidad esta medida sólo es verdaderamente efectiva cuando pasamos por alto el más básico sentido común mientras trabajamos o navegamos con nuestros ordenadores, es decir: cuando abrimos archivos adjuntos de correos de personas que no conocemos; cuando entramos a páginas web con contenidos de dudosa procedencia o cuando insertamos una USB que encontramos por ahí.

Pero, más allá de las recomendaciones que muy seguramente verá en estos días con motivo del Día Internacional de la Internet Segura, a mí me gustaría recomendarle un par de contenidos para estar un poco más consiente del tema, sin entrar en tanto tecnicismo.

En Netflix por ejemplo, o en YouTube, abundan las series y documentales relacionados con estos temas. Destaca, por ejemplo, un documental producido y dirigido por Werner Herzog, Lo and Behold: Reveries of a conected world, ideal para neófitos; en este documental de 2016, Herzog nos muestra, en poco más de hora y media, la historia y funcionamiento del Internet. El documental está dividido en partes, específicamente la sexta contiene una charla con Kevin Mitnick, uno de los hackers más famosos de la historia, Mitnick asegura que, en cuestión de seguridad, la mayor amenaza somos nosotros mismos.

Destaca también un documental de la BBC, titulado Deep Web, producido en 2015; el documental narra la historia de Ross Ulbricht, creador del sitio Silk Road, considerado uno de los más grandes imperios económicos digitales de todos los tiempos; por la “ruta de seda” circulaban las más variadas mercancías y servicios provistos por ciberdelincuentes que se hicieron ricos a costa del usuario común.

Más en el terreno de la ficción, pero absolutamente plausible, es el capítulo tres de la tercera temporada de Black Mirror, serie inglesa que además de transmitirse en Netflix puede verse también por canal 40. La premisa de este capítulo, “Cállate y Baila”, es muy sencilla: una entidad que se mueve por Internet (un troll, hacker o una comunidad de estos, nunca se aclara quién está detrás de la pantalla) aprovecha los descuidos de sus víctimas en Internet para, literalmente, destruir sus vidas. La brutalidad en los desenlaces de los protagonistas muestra una realidad ineludible: no hay un código de ética por el cual se rijan los ciberdelincuentes y, una vez más, el enemigo principal somos nosotros mismos.

La cultura de la seguridad en Internet tiene, como ya dijimos, mucho que ver con el sentido común y muy poco con instalar programas caros y complicados. Las recomendaciones audiovisuales que acabamos de sugerir podrían concluir con dicha sentencia. Parafraseando a lo que dijo alguna vez Snowden: renunciar al derecho a la privacidad por “no tener nada que ocultar” es tan grave como renunciar al derecho a la libertad de expresión por “no tener nada que decir”.

@Lacevos

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