No, la vergüenza no alcanza a los coahuilenses, amigos y hermanos míos, víctimas de una nueva agresión electoral en el preciso momento en que México ejecuta sus mejores esfuerzos por construir unas instituciones eficientes y dignas para hacer respetar, en este caso, la voluntad popular consignada en las urnas. Critiqué abiertamente al electorado local cuando eligió a Rubén Moreira como gobernador del estado, cuando su hermano Humberto, su antecesor, según la prensa nacional, había cometido gigantescos peculados, desviado recursos y había dispuesto del ahorro público de la entidad en su beneficio personal. ¿Qué podía suceder ante tan absurda decisión política? Pues el fraude en todos los órdenes de la vida pública doméstica de Coahuila. Las elecciones pasado 4 de junio confirman mi tesis.

¿Es cierto qué el Instituto Electoral de Coahuila rechazó la invitación de nuestras Fuerzas Armadas para resguardar las boletas electorales y las actas respectivas? ¿La autoridad se negó a que el Ejército resguardara los votos de los coahuilenses? Raro, ¿no…? ¿Por qué encargarle tan delicada documentación a “Fuerza Coahuila”, un reducido cuerpo policíaco, de reciente creación, al servicio de un gobierno acusado de corrupción, entre otros cargos criminales, según también se publico en los medios de difusión masivos? ¿Por qué oscura razón, si se llevaron a cabo elecciones para renovar el Poder Ejecutivo en tres estados, como Nayarit y el Estado de México, solo en Coahuila falló el PREP y, de golpe, se suspendió el cómputo, dejándose de contabilizar cientos de miles de votos? ¿Es válido afirmar que existía un PREP “espejo”, que permitía la manipulación de los votos? ¿Por qué Coahuila, precisamente Coahuila, fue la única entidad en la que falló el conteo rápido? ¿Por qué se alega con tanta insistencia respecto a la designación del Consejo General del IEC, por parte del Consejo General del INE, que demuestra en la práctica la proclividad de varios de los integrantes del Instituto Electoral de Coahuila hacia el PRI? ¿Por qué no sólo el PAN, sino todos los partidos políticos, todos, denuncian la existencia de un gigantesco fraude electoral sin antecedentes en la historia electoral de Coahuila? ¿Por qué agentes camuflados del tricolor “atacaron a los representantes de casilla y se robaron las urnas”, mientras la tal ¡Fuerza Coahuila! los observaba?

¿Más? ¿Por qué en Torreón, los cuerpos policíacos tampoco cumplieron con sus obligaciones ante los flagrantes intentos de robo de votos de otros enmascarados? ¿Por qué no los detuvieron en su momento, en términos de sus facultades, cuando ciertos sujetos trasladaban paquetes electorales sin autorización expresa para hacerlo? ¿Por qué se localizó una bodega en Piedras Negras con paquetes electorales sin sus respectivos sellos, y boletas supuestamente anuladas que beneficiaban al candidato del PAN? ¿Y en Nueva Rosita no se localizaron boletas en un terreno baldío cuando curiosamente correspondían otra vez al PAN? Lo mismo ocurrió en varios consejos distritales, en donde la documentación electoral fue transportada ilegalmente por desconocidos ajenos al proceso… ¿Por qué se abrió un espacio de 48 horas, un sospechoso silencio, durante el cual, tal vez, se manipulaban los paquetes, sin la cinta y sin las firmas de los funcionarios de casilla? ¿Por qué la demora en las acreditaciones de los representantes de partido en las casillas electorales? ¿Por qué se les negó la entrada en ciertas casillas a pesar de contar con el respectivo nombramiento para hacerlo? ¿Cómo confiar en los resultados?

El IEC no sólo defraudó la confianza de los electores de Coahuila, sino que atentó en contra de la certeza que los mexicanos debemos tener en torno a la comicios después de casi un siglo de padecer interminables cadenas de fraudes electorales que iniciaron desde el Porfiriato. México no se merece lo que acontece en Coahuila en pleno siglo XXI, cuando en las elecciones en Estados Unidos y de Francia no asomó la menor sospecha en torno al vencedor y más aún, sin perder de vista el enorme costo a cargo de los contribuyentes mexicanos de impuestos que financiamos nuestros comicios, solo para ser traicionados en este caso. Este tropezón electoral no debe contagiar al electorado federal en el 2018, sobre todo cuando AMLO insiste en mandar al “diablo a las instituciones de la República.”

¿Vergüenza? Sí, es una vergüenza temeraria lo que hoy en día acontece en Coahuila. El Trife no solo deberá anular la elección si se comprueban las irregularidades, como ya aconteció en Colima, sino proceder a investigar a los responsables de lo ocurrido y proceder a su reclusión inmediata en una prisión federal con todas sus consecuencias. ¿Quiénes son los culpables? No bastaría la anulación…

¿Una probable solución, entre varias más? Si soñar es gratis y es una actividad (de las pocas que quedan) exenta de impuestos, entonces, ¿por qué no imaginar que hubiera una segunda vuelta electoral ahora, el próximo 9 de julio, en el entendido de que ninguno obtuvo la mayoría absoluta y, por lo tanto, se concedería la gran oportunidad a los partidos políticos de recurrir al Ejército para custodiar la entrega de paquetes con actas y boletas, en el domicilio acreditado para ello? Resulta increíble que en México pueda llegar al poder una persona que cuenta con el rechazo de más de 70% de la población… ¿Qué país es ese?

¿Por qué el PRI y Morena están en contra de la segunda vuelta, tan sana en lo político y en lo democrático? ¿Por qué decir: no a las alianzas y a las cohabitaciones? ¿Qué esconden? Si la soberanía nacional reside en el pueblo y la mayoría del pueblo quiere, según las encuestas, una segunda vuelta, ¿resulta entonces que el pueblo es un fantasma? ¡Cuidado con Coahuila y la desconfianza en las instituciones. Los tribunales tienen la palabra y son depositarios de la dignidad nacional.

fmartinmoreno@yahoo.com

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