La Arquidiócesis de México publicó, según aparece en EL UNIVERSAL con fecha 24 de abril de 2017, a través del editorial que consta en el semanario religioso Desde la Fe, que la captura de Javier Duarte y de Tomás Yarrington, ex gobernadores de Veracruz y Tamaulipas, respectivamente, “demuestra la cloaca de corrupción que somete a México, donde la impunidad es el principal ingrediente”.

¿Las finanzas de la Iglesia no demuestran otra cloaca de la corrupción imperante en los estados, de resultados secretos, desconocidos por el fisco federal y local, por la ciudadanía y hasta por el propio Estado Vaticano? ¿No se trata de una caja de víboras donde nadie ha metido la mano?

Bajo el título Hediondez del Poder, la Iglesia católica —dice la nota— señala que la opinión pública conoce del patrimonio exorbitante que adquieren los delincuentes, quienes contaron con cómplices corruptos: “Los allegados se beneficiaron de… cuentas fantasmas… sin mayor explicación o transparencia”. “Los responsables… deben reparar el daño y restituir la riqueza al pueblo…”.

¿Cómplices corruptos? Y los prestanombres del clero, ¿no son sus cómplices? ¿Cuentas fantasmas? ¿Acaso el clero no tiene cuentas fantasmas? ¿Cuándo conoceremos la recaudación solo de la Basílica de Guadalupe a partir del 12 de diciembre de cada año? ¿Cómo sostener que los gobernadores encontraron el perfecto filón de oro para satisfacer ambiciones sin responder a nadie? ¿El gigantesco ingreso del clero católico no es un filón de oro? ¿No satisfacen ambiciones? ¿Acaso le responden a alguien?

¿Cuándo el clero va restituirle su riqueza al pueblo? Yo, yo sé la respuesta: cuando los políticos devuelvan lo robado…

El cardenal Norberto Rivera exhortó “a un cambio de mentalidad para ejercer cargos públicos con personas que tengan ética y que no vean el poder como un negocio ni pretendan adquirir privilegios”. ¿Ético es ocultarle al Vaticano la magnitud de los recursos, limosnas, donativos y otros ingresos obtenidos por los mercaderes que Jesús corrió del templo llamándolos “Raza de Víboras”.

¿Los sacerdotes, intermediarios entre los fieles y Dios, sí tienen ética y no entienden su tarea pastoral como un negocio sin pretender adquirir privilegios? Nadie soporta la hediondez del poder, cierto, pero tampoco soportamos la hediondez del poder clerical integrado por parásitos que no cooperan con el gasto público, pero sí disfrutan injustificadamente de los servicios que proporciona el gobierno.

¿Cómo es posible que el cardenal Norberto Rivera hable de impunidad cuando jamás ha presentado una declaración del Impuesto sobre la Renta con arreglo a un fuero tributario anacrónico? Estos evangelistas multimillonarios que venden espacios en el cielo, como si fuera un fraccionamiento, deben pagar impuestos como cualquier ciudadano en cualquier actividad. ¿Y la venta de urnas?

No puedo estar más de acuerdo en que hoy soportamos la hediondez del poder, pero la venta de indulgencias al mejor postor, como la que ocurrió hace un par de años, según se puede demostrar en los decretos cardenalicios suscritos por Rivera, ¿no despide igualmente hedores mefíticos?

Miren quién habla: el clero con un mínimo pudor debería guardar silencio cuando se habla de putrefacción política, más aún cuando todavía no hemos visto a ningún sacerdote pederasta atrás de las rejas. Que el cardenal Rivera hable más bajo y que los redactores del semanario Desde la Fe lean al Evangelio…

fmartinmoreno@yahoo.com

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