En plena celebración del centenario de la Constitución de 1917, uno de los temas más apasionantes de la gran hazaña que representa su existencia es el hecho de haber sido redactada y promulgada en pleno movimiento revolucionario. En esos turbulentos años no había una real organización del Estado, el país carecía de instituciones y el conflicto armado había puesto en evidencia la miseria y las graves carencias educativas y de salud en que se encontraba una inmensa mayoría de la población de México. Aunque disminuidos, Zapata y Villa seguían levantados en armas y faltaba todavía bastante tiempo para que México recuperara la paz.

Por ello y por la grandeza de su contenido, hablamos de los Constituyentes como de un grupo notable que logró crear un texto constitucional cuyos preceptos fueron realmente visionarios. Baste mencionar tan sólo la protección de los derechos sociales que impulsa nuestra Carta Magna antes de la Revolución rusa y dos años antes de la Constitución de Weimar. Representa, sin duda, traducir las demandas de la Revolución a un proyecto de nación. Pero ¿cómo pensaban esos Constituyentes?, ¿cómo vivieron esas históricas jornadas? Hay un tesoro resguardado cuidadosamente en la Fonoteca Nacional que nos lo puede mostrar con tres espléndidos ejemplos: los testimonios sonoros de tres constitucionalistas de 1917.

En los acervos de la Fonoteca se encuentran cinco testimonios de tres Constituyentes del 17: don Jesús Romero Flores, el guanajuatense don Hilario Medina Gaona y el General Esteban Baca Calderón. Sus testimonios permiten valorar el pensamiento y la pasión de esa época en la que una generación de mexicanos se propuso hacer una nación distinta, en la que los preceptos constitucionales y el ejercicio de las leyes fuera el camino para su prosperidad.

Romero Flores fue el más longevo de todos los constituyentes (murió ya centenario en 1987, apenas ayer), luego de recibir múltiples reconocimientos, entre ellos la Medalla Belisario Domínguez. Sus testimonios están llenos de anécdotas de vida pero puntualiza contundentemente en la conferencia que imparte el 2 de febrero de 1955: “Ningún acontecimiento más grande presenciamos los hombres de mi generación que la magna revolución que se inició en 1910”. Dos testimonios más, uno de 1968 y otro de 1978 dan cuenta de su experiencia como un constitucionalista que sostenía que “las necesidades sociales estaban urgiendo adiciones indispensables para ajustar nuestra Carta Magna a la realidad.”

El caso de Hilario Medina es muy representativo de la generación de jóvenes que es redimida y proyectada por la gran revolución de México. Al recordar el germen de la Revolución Mexicana, don Hilario citaba el discurso de Carranza, donde afirma: “Que sepa el pueblo de México que, terminada la lucha armada, tendrá que principiar formidable y majestuosa la lucha social (…), las nuevas ideas sociales tendrán que imponerse en nuestras masas y no solo repartir las tierras y las riquezas nacionales, no sólo el sufragio efectivo, no sólo abrir más escuelas, ni igualar y repartir las riquezas nacionales, es algo más grande y más sagrado, es establecer la justicia, es buscar la igualdad, es la desaparición de los poderosos, para establecer  el equilibrio de la conciencia.”

Y en reconocimiento a la visión de estadista de don Venustiano afirma: “Carranza y el Congreso no pueden separarse de la Historia de México. Carranza lo convocó, lo inspiró, lo sostuvo, respetó la representación de la soberanía popular, se  sometió como Morelos a los dictados de  legislador constituyente y por su parte éste, agitado del espíritu revolucionario trabajó sobre el proyecto de Carranza, lo amplió, lo modificó, lo mejoró y dictó verdaderamente una nueva Constitución.”

Por su parte, el General Esteban Baca figuró como uno de los dirigentes en la Huelga de Cananea de 1906 y se lanzó a la lucha armada contra la usurpación del poder de Victoriano Huerta. Fue diputado en el Congreso Constituyente por Jalisco, donde intervino principalmente en la redacción del Artículo 123. Su testimonio fue recogido en 1954 en una charla con los vocales del patronato del entonces Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. Escuchar a esos Constituyentes del 17 es regresar al espíritu de quienes, al redactarla, al discutirla democráticamente y al promulgarla en medio de confrontaciones de grupos y en pleno movimiento armado, descubrieron el verdadero valor de su nación.

Alguien seguramente, en estos tiempos aciagos en los que se ataca con vileza a México, sabrá valorar los testimonios de esos hombres para entender la gran gesta de la Constitución y la importancia de las instituciones que ha creado este país, con base en ese proyecto de nación. Alguien recordará ese sueño de “…establecer la justicia, (…) buscar la igualdad, (…) la desaparición de los poderosos, para establecer  el equilibrio de la conciencia”, como expresó, alimentado entre antiguos y entrañables deseos, don Venustiano Carranza.

¿Por qué no descubrir estos testimonios y escucharlos? Encuentra estos y otros grandes tesoros de la Fonoteca Nacional en fonotecanacional.gob.mx

Recuerda que en la Fonoteca Nacional preservamos la memoria sonora para el futuro.

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