Esto de querer tener un amplio debate sobre la marihuana y proponer una consulta es una verdadera triquiñuela, artería, del gobierno federal.

Suena muy bonito. Es políticamente correcto. Pero es una trampa para no avanzar en la dirección que el Poder Judicial ya marcó. Es resistencia ante el amparo que la Suprema Corte concedió a un grupo de personas para el autocultivo y consumo de marihuana. Es una estrategia dilatoria para reforzar su punto de vista a favor de la prohibición.

¿O ustedes creen que Enrique Peña Nieto, todo su gabinete, sus legisladores y gobernadores van a cambiar después de un debate? ¿Dirán, sí claro, tenían razón, vamos a implementar la regulación necesaria para de una vez por todas quitarle el mercado de las drogas al narcotráfico y destinar los recursos a la información, prevención, regulación?

No. Lo harán cuando el destino los alcance.

Desde 2012 Enrique Peña está con ese discurso. Todos en el PRI están alineados con su líder supremo, como lo saben hacer. Ya hasta la senadora Cristina Díaz tuvo que aclarar que la iniciativa que presentó es para uso medicinal, no recreativo. No vayan a pensar otra cosa.

Es decir, no quieren. Y peor aún, harán todo por frenar y complicar cualquier avance en materia legislativa o de políticas públicas.

Y ya inventaron una consulta.

Como muchas de las encuestas que han surgido en estos días indican que un poco más de la mitad de la gente está en contra de la legalización, pues ya quieren una.

Se les olvida que la Corte resolvió un amparo sobre la libertad. Y las libertades no se consultan. Los derechos humanos no se consultan. ¿O de qué va a tratar?

El debate, aunque al parecer solo sirve para reforzar los prejuicios de cada quien, es bienvenido siempre.

La consulta es bienvenida a veces.

Pero son condenables cuando lo que se busca es la inacción. Cada vez que los políticos quieren que no suceda algo, crean una comisión, una fiscalía especial o arman debates.

DE RAZONES Y PASIONES: Esta semana me eché un sueñito mientras un chofer, muy amablemente, me llevaba a mi destino. Iba a Reforma y Bucareli, a EL UNIVERSAL. ¡Terminé en Valle de Chalco! Que alguien les diga a los señores de Uber que además de Waze hay un mundo allá afuera. Estaría bien conocer las calles de la ciudad donde trabajan, independientemente de los GPS.

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