A pesar de haber vivido tantos años dentro del balompié, no deja de sorprenderme cómo es que la pasión nubla la razón. Por eso me parece que hoy hace un buen día para compartir con ustedes, estimados lectores de El Gran Diario de México, mi sentir respecto de las reacciones (muchas veces irracionales) que provoca el llamado ‘juego del hombre’.

Pienso que la gran familia del futbol debería trabajar en convencer a la gente de que nuestro querido deporte no es la guerra; que simplemente se trata de una lúdica actividad, en donde se puede perder, empatar o ganar. Que no está en juego la honorabilidad, que en medio de todas las penurias de la vida, es para divertirse y que no vale la pena reñir, ni generar violencia por el resultado de un partido.

Por eso, escapa a mi entendimiento que haya quien se líe a golpes en un estadio por ‘defender’ los colores de su equipo preferido.

Mientras me desempeñé como silbante, varios años de mi vida, escuchar el grito anónimo de “árbitro ratero” al saltar a la cancha, sin haber proferido siquiera un silbatazo. Convertirme en el paño de lágrimas de los derrotados, pretexto de los mediocres y justificante de incapaces, por haber cometido (quizá) un error que influyó en el marcador.

Nunca, a nadie que se le ha dado tan poco, se le ha demandado tanto como a los nazarenos. En un juego protagonizado por el error, al único que se le exige ser infalible, es al árbitro. Cuando a un portero le meten un gol por las orejas, “le botó mal”, “le taparon la visión”. Cuando un delantero falla, “le pegó con la de palo”, “no la midió bien”, pero cuando yerra el juez… no hay de otras: 1) O es un imbécil 2) O es un corrupto. Sin embargo, en la vida real nadie ha probado, en México, un acto incalificable en el mundo de los hombres de negro.

La suerte está echada… ¡Tanto tienes... tanto vales! Los valores han pasado de moda …nadie cree en ellos. Ser honesto (en nuestro país) ¡es una utopía!

Una vez que me retiré del futbol cancha, para convertirme en analista arbitral en los medios, no ha faltado quien me acuse de “recibir línea”. Es muy posible que aquél que piense que uno puede hipotecar su opinión, es porque probablemente (él) estaría dispuesto a hacerlo... el león cree que todos son de su condición.

ebrizio@hotmail.com

*En la imagen: el tema arbitral siempre generará polémica y excusas

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