De nueva cuenta las autoridades (in) competentes del futbol mexicano dan de que hablar con el pésimo manejo que le han dado a la contratación del nuevo director técnico nacional.
Luego de la precipitada salida del “consorte de la liendre”, se veían muy confiaditos. Incluso, se tomaron la libertad de asegurar que “no habría interinato”, olvidando lo ingrata que es la lengua cuando se atreve a prometer y a asegurar.

El tiempo se encargaría de desmentir su dicho y de a poco irlos desenmascarando hasta dejar en evidencia que no solamente no contaban con un plan B, sino que... ¡Ni siquiera tenían un plan A!

Así, “muy a la mexicana” empezaron a dar tumbos sin saber a ciencia cierta cuál sería la estrategia. Al grito de “viva la Malinche”, quedó descartada la posibilidad de que algún técnico mexicano ocupara el cargo. Bueno, tampoco uno extranjero, formado en nuestro país, pero que conociera a fondo el balompié local.

Fueron por el mundo de rogones “soñando con su príncipe azul”, recibiendo desaire tras desaire, bajando de categoría, hasta que se encontraron con un “sapo”. Les pasó como en los desfiles, “por andar esperando a los de a caballo… se les pasaron los de a pie”.

Haciendo a un lado que pienso que Juan Carlos Osorio no tiene los merecimientos ni los blasones para ser el director técnico de la Selección Mexicana, lo que me molesta es la forma en que se procedió para llegar a este patético final.

Todos los técnicos que buscaron estaban en su momento contratados por otra selección o por algún equipo, lo que nos revela que se actuó con muy poco respeto a las normas morales, de modo que con el colombiano no fue la excepción.

Juan Carlos Osorio tenía contrato vigente con el Sao Paulo de Brasil y les dejó tirada la chamba, “cambiando su morralito por una bolsa de broche”. No hace mucho tiempo pudimos escuchar al presidente paulista afirmando que “tenía la palabra y el compromiso del técnico colombiano de que no los iba a abandonar”. Del mismo modo recordamos a Osorio negando públicamente en repetidas ocasiones algún contacto con la FMF. Incluso, llegó a molestarse en las ruedas de prensa cuando se le cuestionaba al respecto, mientras lo cierto era que “ya tenían horneado todo el pastel” ¿Qué se puede esperar de un sujeto que no trae la verdad en su palabra?… Con respeto a las trabajadoras domésticas… “Se fue como las sirvientas”.
Me parece legítimo que persiga sus sueños de dirigir a una selección nacional, pero desde mi punto de vista, no respetó las formas. ¿Quién nos garantiza que a la mera hora no hará lo mismo con el Tri?

Y quienes tampoco respetaron las formas fueron nuestros brillantes directivos. ¿No habrá alguien que los oriente y les ayude a hacer las cosas como Dios manda? Por lo pronto, una vez más su proceder me parece poco ético y vergonzoso… Realizaron todo este triste y conflictivo proceso… “A la mexicana”.

ebrizio@hotmail.com

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