Ya sabemos que siempre hay un pretexto. Frecuentemente, en el caso de un revés del equipo tricolor (que tiene mucho corazón) la responsabilidad recae sobre los hombres de negro.

Cuando no son los silbantes, entonces “es la cancha” (la que supuestamente debería de ser igual para ambos equipos) cualquiera que sea su condición (buena, mala o regular), pero no, resulta que cuando no se ofrece una actuación convincente y el juez no tuvo vela en el entierro, la culpa es del estado que guardaba el terreno de juego que, al parecer, por alguna extraña razón, nos afecta más a nosotros que a nuestros contrincantes. Otro de los repetidos argumentos, sin que sea necesariamente cierto, es el de recurrir al subterfugio de que: “Ellos salieron a repartir patadas”, como si los nuestros fueran unas almas de la caridad y los adversarios unos delincuentes.

¡Órale!, pues ahora sí que la amolamos, toda vez que iniciaremos la Copa de Oro “perdiendo tres a cero”.

Me explico, nadie en su sano juicio puede “soñar” con que los encargados de aplicar la justicia (léase los réferis) del área de Concacaf sean los mejores del orbe y vayan a prodigarse en su trabajo brindando soberbias, imparciales y sobresalientes actuaciones.

¡Estad preparados para lo peor!

Tomando en cuenta pasadas experiencias, podríamos afirmar que si algo “falla” en los partidos (normalmente ‘moleros’) que se disputan en el vecino país del norte, es precisamente el estado de las canchas, que usualmente dejan mucho que desear.

Hasta la virgen de la caridad podría imaginar que todos (o casi todos) los rivales de México van a salir a “matarnos a patadas”. En teoría, la Selección es superior técnica, táctica y futbolísticamente hablando, luego entonces, el único recurso que les queda es el de amedrentar metiendo la pata.

No se necesita ser muy inteligente para saber de antemano que los arbitrajes serán de tercera, las canchas de segunda y las patadas de primera.

Sin embargo, si el ‘consorte de la liendre’ quisiera innovar y no ser repetitivo en el (“eventual”) caso de un descalabro, le queda el argumento de “los lesionados”.

Una vez que el destino cubrió con el manto del infortunio a la Selección al dejar fuera de la Copa de Oro a dos piezas fundamentales del esquema y titulares indiscutibles como lo serían el defensor Héctor Moreno y el atacante Javier ‘Chicharito’ Hernández, sin quizá imaginarlo proporcionaron... el pretexto ideal.

ebrizio@hotmail.com

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