¿Por qué le han dado tanto a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos?, le pregunto al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Trato de explicarle que no estoy hablando de limitarles facultades o complicarles la vida, sino de las concesiones adicionales después de que su grupo de expertos presentó en septiembre un trabajo plagado de imprecisiones y errores. Uno que no pasaría un examen en una universidad que cuidara el rigor metodológico y la solvencia informativa.

Pero Osorio Chong no quería trenzarse en esa polémica. Me resignaba, pues, a recoger las preguntas sobre mi sorpresa por la actitud culposa del gobierno federal ante el documento de la CIDH que falla en la cronología de la noche del viernes 26 de septiembre, confunde al apuntar que ya había concluido el evento que encabezaba el matrimonio Abarca; sospecha que un quinto camión llevaría droga a Estados Unidos (conjetura contraria, por ejemplo, al testimonio del propietario de la línea de autobuses), y desde luego, se fortifica sin demasiada solidez en la afirmación de que los jóvenes no fueron quemados en el basurero.

—¿Por qué las culpas, secretario? —intento.

—¡Culpas, cuando es una autoridad municipal la que participó en la tragedia! —suelta por fin el aire—. Nosotros no tenemos absolutamente nada que ver, pero sí tenemos que encontrar la verdad de lo que pasó. Y si para eso se tiene que dar apertura, como se hizo hace más de seis meses, y ahora otros seis, lo vamos a hacer.

Osorio repetirá a partir de ese momento que no tienen nada que ocultarle a la CIDH ni a nadie. Y que invitará a los expertos de la Comisión a revisar a fondo la averiguación para que ayuden a encontrar la verdad. Dice:

—Ya basta de señalar al gobierno de la República que no tiene absolutamente nada que ver. Que caiga quien tenga que caer. Nosotros tenemos que buscar y entregar la verdad para que se dé confianza en las instituciones que, por cierto, no fueron formadas hace apenas tres años, y en donde hay servidores públicos de primera en quienes debemos confiar.

Trato de interrumpirlo para expresarle lo que he publicado en varias ocasiones: que ni él ni el presidente Peña Nieto mataron a los normalistas, que cuesta entender tantas culpas, pero Osorio Chong ha tomado velocidad:

—Si ellos dicen que no los incineraron en el basurero, que nos digan dónde y cómo fueron los hechos. En eso consta su ayuda, su apoyo y su respaldo, no nada más en señalar, sino también en apoyar para saber hacia dónde deben dirigirse las investigaciones.

Pasó septiembre y casi todo octubre antes de que el gobierno cambiara el tono del debate. Parece que ha comenzado
a hacerlo.

MENOS DE 140. Margarita Zavala dice que llegó su hora y toma, por lo pronto, la portada de noviembre Vanity Fair.

gomezleyvaciro@gmail.com

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