Desde hace dos semanas, los ojos del país están puestos en Puebla. En el fenómeno huachicolero y en los esfuerzos del gobierno federal por suprimirlo. En la ofensiva armada de los bandidos de combustible y en la respuesta desproporcionada de algunos elementos del Ejército.

Pero todo eso no es más que una pieza de un rompecabezas complejo. En buena parte de la geografía nacional, Pemex está bajo asedio. En un informe reservado de la Subdirección de Salvaguarda Estratégica de la empresa petrolera, filtrado a este columnista por una fuente federal, se detalla que en la semana del 28 de abril al 4 de mayo de 2017, se detectaron 144 tomas clandestinas en 16 entidades federativas.

De esas, dos terceras partes fueron localizadas en cuatro estados: 30 en Guanajuato, 23 en Hidalgo, 18 en Tamaulipas y 14 en Puebla. En la semana, el poliducto más afectado, con 17 incidencias, fue el que conecta a la refinería de Salamanca con la ciudad de Morelia, pero varios otros fueron atacados.

Las tomas clandestinas produjeron al menos tres accidentes en el periodo. El más grave fue una fuga de combustible en el municipio de Tezontepec de Aldama, en el estado de Hidalgo, que contaminó una amplia zona de cultivo. Para atender el incidente, fue necesario suspender temporalmente la operación del poliducto Tula-Salamanca.

Por otra parte, se reportaron 23 incidentes de robo de equipo utilizado para la ordeña de ductos. Entre ese equipo se contaban tres autotanques, dos robados en Veracruz y uno en San Luis Potosí.

Hubo asimismo ocho tentativas de manipulación de las tomas clandestinas (es decir, intentos de reabrirlas, según se entiende) en cinco estados, así como cuatro actos vandálicos en contra de ductos.

¿Y qué hizo la autoridad ante el acoso? Lanzar 18 operativos en siete estados, involucrando a personal de los tres órdenes de gobierno. En toda esa actividad, fueron incautados 27 vehículos, un predio y 155 mil litros de combustible. Lo más interesante es el número de detenidos: apenas cuatro (excluyendo, se infiere, a las 14 personas aprehendidas en el operativo de Palmarito Tochapan). Dicho de otro modo, mucha actividad para tan poco castigo.

Todo lo anterior, valga la aclaración, sucedió en apenas una semana. Y no se trató, al parecer, de una semana particularmente activa. En los siete días previos, se encontraron 159 tomas clandestinas, quince más que en la semana reportada.

Esa se ha vuelto la realidad de Pemex: un acoso permanente de los bandidos de fuera y los ladrones de dentro. Un ataque sistemático en contra del patrimonio nacional y de la infraestructura crítica del país. Para frenarlo, se va a requerir algo más que el despliegue de más y más tropas en la franja del huachicol poblano.

EN OTRAS COSAS. Todos los que escribimos en México sobre temas de seguridad y narcotráfico tenemos una deuda impagable con Javier Valdez y el equipo de RíoDoce. Sin su valentía, su imaginación y su esfuerzo, sabríamos poco o nada sobre el mundo del narcotráfico sinaloense. Su asesinato es un atentado en contra de del futuro del país. Las balas que lo mataron nos rozan a todos. Por eso pido justicia pronta y expedita, castigo ejemplar para los autores de este crimen, y protección efectiva para todos los que se juegan el pellejo buscando la verdad. Ni uno más.

alejandrohope@outlook.com

@ahope71

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