Una y otra vez, Enrique Peña Nieto ha dicho que, frente a Donald Trump, México pondrá la relación entera con Estados Unidos en la mesa de negociaciones. Así lo han afirmado también, en distintos contextos, el canciller Luis Videgaray y el secretario de Economía Ildefonso Guajardo. Va comercio y va migración y va seguridad, dicen.

Pero francamente no les creo.

En una reunión con un grupo pequeño de periodistas y opinadores, celebrada ayer en EL UNIVERSAL, el procurador general de la República, Raúl Cervantes, se mostró más bien cauto a la hora de imaginar una posible confrontación con el gobierno de Trump.

Según dijo, ya sostuvo una larga conversación telefónica con el ultraconservador procurador general estadounidense, Jeff Sessions. El tono, al parecer, fue cordial y amistoso (y no hay razón para dudarlo: Sessions es un fanático conocido por sus exquisitos modales). A esa plática, le seguirá, en fecha próxima, una visita de Cervantes a Washington para discutir temas de interés común.

Todo eso suena muy bien, salvo por el hecho de que supuestamente estamos en una negociación multidimensional con la administración Trump y que una de las supuestas fichas que tiene México es limitar la cooperación con Estados Unidos en materia de seguridad y justicia.

Ese escenario no parece estar por ahora en el radar de la PGR. A pregunta expresa sobre la posibilidad de reducir los niveles de colaboración con la DEA, ICE, FBI y otras agencias de seguridad e inteligencia de Estados Unidos, Cervantes no se comprometió a nada en particular. Y sobre un potencial freno en el intercambio de información, dijo: “Sobre esto último, no (estoy de acuerdo)”.

No lo culpo. Para la PGR, como para el resto de las dependencias federales de seguridad y justicia, no es fácil vivir sin acceso a la inteligencia estadounidense, venga ésta de la DEA, la CIA, ICE, CBP o los US Marshals (por nombrar solo a algunos de los socios). Muchas de las capturas y abatimientos de cabecillas de la delincuencia organizada, por ejemplo, han sido producto de una colaboración estrecha con las agencias de Estados Unidos. Dado que es de lo poco que le queda por presumir al gobierno mexicano, es difícil que se quieran hacer menos probables esos golpes de alto impacto.

Pero, si ese el caso, la seguridad no está realmente en la mesa de negociación con Trump. Cerrarle la puerta a la DEA es cerrarse la puerta a la DEA. No compartir información con la CIA es no obtener información de la CIA. Y si se clausura la llave de los datos, si la inteligencia ya no fluye con la misma facilidad, si la cooperación se hace más compleja, ¿qué parte sale más perjudicada? ¿Estados Unidos? No lo creo. En esto, como en tantos otros temas, la relación es altamente asimétrica.

Eso no significa que no le podamos generar problemas al país vecino, pero sí implica que cualquier costo que le queramos imponer va a redundar en costos (probablemente mayores) para nosotros.

Y eso se sabe en los altos niveles de gobierno. Por tanto, eso de que la relación entera está a negociación es más retórica que realidad. Tal vez la seguridad esté en la mesa, tal vez sea en efecto una ficha, pero nadie la va a usar salvo como último (ultimísimo) recurso.

EN OTRAS COSAS. Dos cosas dijo Cervantes que me parecieron interesantes: 1) está a favor de separar a las policías ministeriales de las fiscalías y 2) considera que las policías, no el Ministerio Público, deben recibir las denuncias de hechos delictivos. Más comentarios sobre esos temas en columnas futuras.

alejandrohope@outlook.com.

@ahope71

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses