Como anticipé aquí el lunes pasado, el Inegi hizo pública ayer la edición 2016 de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (Envipe). Para los no iniciados, van algunos datos de contexto: la Envipe es un amplio sondeo, levantado anualmente en más de 90 mil hogares, en el cual se hacen múltiples preguntas a la población sobre su experiencia con el delito, su percepción de la seguridad y su opinión sobre el desempeño de las instituciones del ramo. Entre otras cosas, sirve para aproximar

En esta ocasión, la Envipe trae una combinación de noticias positivas y otras no tanto. Empecemos con las primeras:

1. El volumen estimado de delitos disminuyó sustancialmente. Según la encuesta, se habrían cometido 29.3 millones de delitos en 2015 (los datos de victimización son representativos del año anterior al levantamiento de la encuesta), 4.4 millones menos que en 2014. En términos de tasa, la reducción es de 41,655 a 35,497 delitos por 100 mil habitantes.

2. En todas las categorías de delito, hay una reducción del volumen de incidentes, pero esta es particularmente significativa para el caso de robo en calle o transporte público (-16%) y la extorsión (-13%), particularmente en su modalidad telefónica.

3. La estimación del número de secuestros cayó en picada, de 102,883 en 2014 a 64,459 en 2015. Este dato, sin embargo, debe tomarse con prudencia: al ser el secuestro un delito relativamente poco frecuente, el margen de error de la estimación es muy elevado (+/- 23%). Eso significa que la caída pudo haber sido mucho más moderada que lo que indica la estimación puntual.

4. Aumentó ligeramente el porcentaje de encuestados que afirmaron tener confianza en la mayoría de las instituciones de seguridad y justicia.

Ahora van las noticias no tan buenas:

1. Si bien el volumen de delitos disminuyó, el número de víctimas aumentó marginalmente, de 22.8 a 23.3 millones. En términos de tasa por 100 mil habitantes, el número no se modificó.

2. En uno de cada tres hogares mexicanos, hubo en 2015 al menos una víctima del delito. El porcentaje es igual al de 2014.

3. La llamada cifra negra (el porcentaje de delitos que no se denuncian o que se denuncian sin que se levante una averiguación previa) aumentó ligeramente de 92.8 a 93.7% de los delitos.

4. La percepción de seguridad no muestra ninguna mejoría. Tres cuartas partes de los encuestados afirmaron sentirse inseguros en su entidad federativa. Eso casi no ha variado los últimos cuatro años.

5. No hubo ningún avance en la percepción de corrupción de las instituciones de seguridad y justicia. Lo mismo vale para las percepciones de eficacia.

En conclusión (tentativa), hay algunos indicadores positivos, pero ninguno es para descorchar la champaña. Sí, hubo una disminución en el número de delitos comparado con los últimos dos años, pero seguimos estando por encima de los niveles de 2010, 2011 y 2012. Además, al final del día, lo que cuentan son las víctimas y de esas hay más. Y, lo peor de todo y a pesar de alguna mejoría en el margen, sigue roto el vínculo de confianza entre la población y sus autoridades. Si eso no cambia, no va a haber manera de construir un país más seguro.

EN OTRAS COSAS. Rauda como saeta, la PGR inició esta semana peritajes en Nochixtlán. Lástima que el enfrentamiento que cobró la vida de ocho personas fue hace tres meses. En descargo de la PGR, es necesario señalar que los pobladores no habían dejado entrar a su personal. Pero eso es una señal pésima. Se me ocurren pocos ejemplos tan buenos del divorcio entre los ciudadanos y sus autoridades, así como de la incapacidad del Estado para hacer cumplir la ley.

alejandrohope@outlook.com.

@ahope71

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