Se terminó otro gran capítulo del Abierto de golf de Estados Unidos. Este torneo organizado por la USGA (United States Golf Association) se caracteriza por ser el más controversial en cuestión de distancia, tipo y condiciones del campo. La USGA se volvió a arriesgar y dio mucho de qué hablar, pero al final, triunfó con lo que fue un excelente torneo y un verdadero carrusel de emociones.

Erin Hills, un campo en el estado de Wisconsin inaugurado en 2006, fue el anfitrión del segundo Major del año.

Con una distancia récord que supera las 7 mil 800 yardas, par 72, diseñado magníficamente por Michael Hurdzan, Dana Fry y Ron Whitten, este campo, a pesar de ser nuevo, nos remonta a siglos pasados, en los que la naturaleza era la protagonista. Sus trampas con movimientos caprichosos, los cambios de nivel en fairways y greens son espectaculares, no sólo para la estrategia de juego sino para deleitar la vista.

El golfista pocas veces se da cuenta de que probablemente está pisando una obra de arte. La buena arquitectura de golf es una de las más extensas, pero menos reconocidas expresiones artísticas. Es curioso, pero esta poca difundida profesión ayuda mucho al desarrollo del ser humano y el arte. Incluso, un buen diseñador de golf, más que cualquier otro artista, reproduce fielmente la visión básica del paraíso terrenal y tiene como objetivo crear una escultura funcional.

Su mayor virtud es lo natural de las cosas, o sea, hacer que la modificación de un espacio conserve sus atributos originales. La vieja escuela europea señala que la finalidad de un campo de golf es producir emociones a quien se enfrenta a un paisaje determinado y, con un sentido artístico, producir el máximo de efectos y sensaciones al golfista y observador.

Esto se logró en Erin Hills. Este campo no sólo está perfectamente diseñado para competencias mayores sino fue una lección de humildad para los mejores jugadores del mundo que se encuentran a veces en zona de confort. De los nombres en el Top Ten, sólo tres pasaron el corte y ninguno figuró, con excepción de Rick Fowler, quien se defendió hasta la tercera ronda. Para la cuarta ronda, la del domingo, de los 14 que competían para llevarse el trofeo ninguno había ganado un Major.

Felicitaciones a Brooks Koepka, quien se lleva el trofeo, la medalla Jack Nicklaus y el orgullo de ganar en una de las canchas más retadoras del US Open. Asimismo quiero felicitar a Roberto Díaz, único mexicano en calificar para el torneo, y aunque esta vez no pasó el corte, la experiencia que le dejan el WGC México Championship y el US Open lo harán madurar rápido.

Mi nombre es Agustin Pizá y recuerda que la pasión empieza cuando vives la experiencia.

@arqpiza

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