La constancia de Carlos Navarro finalmente rindió frutos. El bronce mundial, obtenido ayer por el taekwondoín en Muju, es recompensa a la disciplina que todos los días muestra el juarense en el tatami.

Navarro, de apenas 21 años de edad, es el primero en llegar a los entrenamientos y el último en irse; además, siempre acata los consejos de los entrenadores y posee una férrea mentalidad que no le permite rendirse.

Hace casi un año arañó el bronce en los Juegos Olímpicos; hoy, el flamante número uno del mundo en los 58 kilogramos finalmente tiene el premio a su esfuerzo.

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