El dengue es una infección transmitida por el mosquito Aedes Aegypti, principalmente en climas tropicales y subtropicales cuyos principales síntomas son: fiebre alta, dolor de cabeza fuerte, dolor de espalda, de articulaciones, náusea, vómito, dolor de ojos y erupción de la piel, y en ocasiones evoluciona hasta convertirse en un cuadro potencialmente mortal, denominado dengue grave (hemorrágico).

De acuerdo con la OMS, cerca de 40% de la población mundial está en riesgo de contraer dengue, lo cual equivale a 3 mil 900 millones de personas. Alrededor de 400 millones de personas son contagiados cada año en 128 países, lo que genera un costo estimado de 9 billones de dólares. En México, el año pasado se registraron 32 mil 100 casos, de los cuales 23 mil 432 corresponden a casos de dengue no grave y 8 mil 668 a dengue grave.

En nuestro país se estima que el costo asociado al dengue el año pasado fue de más de 3 mil 200 millones de pesos, lo que equivale al 2.5% del presupuesto asignado a todo el sector salud federal para 2016, o bien, al 71% del presupuesto total en salud 2015 de un estado como Nuevo León.

Ante este escenario, desde el 2001 la OMS impulsó el desarrollo de una vacuna que refuerce la estrategia global de combate al dengue. Consecuentemente, en 2006 se inició un estudio clínico multicéntrico en cinco países endémicos, en el que participaron más de 40 mil pacientes, 10 mil de ellos mexicanos, y en el que la empresa desarrolladora francesa ha invertido alrededor de mil 650 millones de euros.

En 2013 esta evidencia fue sometida ante la Cofepris y ante diversas agencias sanitarias en el mundo. El reto fue que nuestra Agencia fuese la primera en traducir esta investigación en un beneficio concreto para México, sabiendo que contábamos con la capacidad institucional y científica en el sector salud para emitir un registro sanitario que reflejara con precisión los hallazgos del estudio clínico.

Por ello, la secretaria de Salud, Mercedes Juan, instruyó a la Cofepris a convocar a científicos e instituciones, como el Instituto Nacional de Salud Pública y la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud, para que se generara un proceso robusto de análisis y autorización de la vacuna.

Con esta participación se le dio cause al producto final: la primera vacuna contra dengue (CYD-TD) dirigida a la población expuesta al virus de entre 9 y 45 años de edad, para ser aplicada en poblaciones en las que el dengue sea endémico y su seroprevalencia sea preferiblemente igual o mayor a 60%.

También era indispensable asegurar un rígido e inteligente mecanismo de seguimiento post autorización y, por ello, nuestros científicos diseñaron un plan de manejo de riesgos sin precedente que contempla el registro electrónico de la población vacunada, así como el monitoreo activo de la eficacia y seguridad de la vacuna a través de centros médicos centinelas ubicados en poblaciones endémicas.

Esta vacuna tiene una eficacia promedio del 60.5% para la prevención de dengue y de un 93.2% para la prevención de dengue grave, y se estima que puede prevenir al año más de 8 mil hospitalizaciones, 104 muertes y generar ahorros en atención médica por mil 100 millones de pesos.

Esta, sin duda, es una historia de éxito donde se encaró un complejo proceso de autorización sanitaria a cargo de la Cofepris, que fue enriquecido con la capacidad de científicos e instituciones mexicanas, lo que nos permitió entregar un resultado concreto: ser el primer país del mundo que aprueba una vacuna de trascendencia global.

Tener la primer vacuna del dengue en México amplía el acceso a la salud de la población; y ser el primer país que la autoriza pone a México en el mundo, dos elementos fundamentales de la política pública trazada por el presidente Enrique Peña Nieto.

Comisionado Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios

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