La violencia y persecución en Guatemala, El Salvador y Honduras ha obligado a más y más personas a huir de sus países y buscar protección internacional en los últimos años. Desde 2011 el número de solicitudes de la condición de refugiado en México se ha incrementado en 1000% y se espera que a final de 2016 llegará a 8 mil 500 solicitudes, más de 90% de Centroamérica.

Sin embargo, el tipo de violencia no es igual para toda la población.

La violencia que sufren las mujeres y niñas es sistemáticamente diferente de la violencia que sufren los hombres, lo que indica que las causas y el tipo de violencia al que se enfrentan las mujeres se vincula a cuestiones de género.

En el marco de los 16 días de activismo contra la violencia de género, es importante visibilizar a las mujeres y niñas refugiadas; ellas son las más vulnerables a la violencia psicológica, física y sexual, incluyendo la explotación sexual y laboral cometida hasta por sus familiares, personas de su comunidad, autoridades y grupos delictivos.

Mujeres y niñas se ven obligadas a salir de sus países en una situación desesperada. Las niñas y adolescentes en estos tres países son acosadas incluso en sus propias escuelas para obligarles a ser ‘novias’ de los pandilleros. En otros casos, son víctimas de violencia intrafamiliar por sus familiares o sus propias parejas. Inclusive pueden verse orilladas a realizar trabajo sexual de supervivencia, donde son más vulnerables a la trata de personas. Niñas y mujeres no cuentan con protección efectiva en sus países y en muchas ocasiones, por temor a las terribles represalias de los mismos grupos delictivos, no se atreven a denunciar los actos de violencia. Un estudio de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) (Mujeres en Fuga), concluyó que 60% de las mujeres que reportaron abuso o amenazas a la policía recibieron poca o nula ayuda. El resto ni siquiera se atrevió a denunciar.

La huida de sus países no está exenta de riesgos. El trayecto tiene un costo muy alto. La ruta es muy peligrosa, más si eres mujer. Aun así, ellas viajan: niñas, adolescentes, embarazadas, solas, en familia o con sus hijos e hijas, e incluso con sobrinos o nietos. Más de 40% de las familias refugiadas que reciben asistencia humanitaria del ACNUR son encabezadas por mujeres.

En octubre y noviembre el ACNUR documentó incidentes de violencia sexual en la frontera sur. De acuerdo con los resultados obtenidos, más de un tercio de las mujeres y niñas entrevistadas afirmaron haber salido de su país por violencia sexual y de género.

Casi la misma proporción también fue víctima de esta violencia en la zona fronteriza entre México y Guatemala tras ingresar por puntos ciegos. Muchas de las mujeres reportan que los actos de violencia ocurrieron en un contexto de extorsiones y asaltos violentos por parte de delincuentes.

En muchos casos, las víctimas no reportan estos incidentes ni buscan ayuda porque lo consideran algo cotidiano o un costo del viaje que han decidido emprender.

La violencia hacia las mujeres y niñas no es normal y debemos visibilizarla.

Todas las mujeres y niñas tienen el derecho a vivir una vida libre de violencia, sin importar su nacionalidad o situación migratoria.

Para el ACNUR es una prioridad fortalecer las acciones de prevención, atención y protección de las mujeres y niñas refugiadas víctimas de violencia sexual. Autoridades mexicanas, organizaciones de la sociedad civil y organismos internacionales debemos actuar coordinadamente para responder y poner fin a la violencia sexual contra las mujeres y niñas refugiadas.

Uno de los compromisos del presidente Peña Nieto en la Cumbre de Líderes sobre Refugiados en septiembre fue fortalecer la protección e integración local de refugiados. La respuesta solidaria de México es también una forma de responder a la violencia contra las mujeres y niñas que llegan al país huyendo de la violencia sexual y de género.

Representante de la Agencia de la ONU para los Refugiados.
@markmanly

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