La entrada en vigencia de un protocolo comercial adicional puede sonar como un trámite burocrático sobre una enmienda secundaria que sólo sus gestores celebrarán. Pero el Protocolo Comercial Adicional al Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico, que se pondrá en efecto este 1º de mayo, merece mucho más reconocimiento. Merece una felicitación pública, porque es el logro más trascendente en el proceso de integración profunda que se propusieron alcanzar Chile, Colombia, México y Perú hace cinco años.

Entre otros efectos, este protocolo armonizará los acuerdos comerciales entre los cuatro países, propiciando la eliminación de aranceles para 92% de los bienes que comercian entre ellos. El protocolo establece una única regla de origen y acumulación, permitiendo al sector privado aventajarse de las condiciones preferenciales de acceso al mercado usando insumos de cualquiera de los países miembros.

Asimismo, el protocolo incluye disposiciones innovadoras como la automatización, reduciendo el papeleo y haciendo más eficientes las aduanas. La interconexión de ventanillas únicas electrónicas para facilitar el intercambio comercial entre los países miembros será muy pronto realidad.

Con estas medidas, los países de la Alianza del Pacífico avanzan en la dirección acertada para adaptarse a la nueva realidad del comercio internacional, caracterizado por la formación de cadenas de valor globales que predominan en el intercambio y la producción de bienes a escala mundial. En otras palabras, quienes no armonicen sus reglas para facilitar la participación en tales cadenas de valor corren serio riesgo de quedar marginados de estas corrientes de inversiones y de comercio.

Muchas empresas líderes de nuestra región participan en este tipo de redes internacionales de producción como proveedoras de materias primas o insumos básicos. Sin embargo, salvo contadas excepciones, nuestros países no han sacado gran provecho del fenómeno de la fragmentación de la producción global.

Además de crear canales para el intercambio de bienes y oportunidades para generar bienes de mayor valor agregado, la participación en cadenas de valor globales tiene otros efectos positivos, como la transferencia de conocimientos técnicos y de gestión que elevan la productividad. Según un estudio, la productividad entre empresas proveedoras de una gran cadena internacional de supermercados creció 50% más que entre empresas competidoras que no trabajan con ella.

Justamente, la armonización y convergencia hacia nuevos estándares y la reducción de costos de transacción propiciada por la Alianza del Pacífico generarán nuevas oportunidades para vincularse a redes productivas con socios comerciales fuera del bloque, particularmente en la región del Asia Pacífico, cuyos miembros están promoviendo mayores encadenamientos a través de grandes acuerdos como la Asociación Transpacífico.

Además de servir de ejemplo para otros países vecinos interesados en lograr una integración regional más profunda y efectiva, los países de la Alianza de Pacífico están enviando una potente señal al resto del mundo en un momento en que los flujos de inversiones y de comercio internacionales cambian y se vuelven más selectivos. En estos tiempos de incertidumbre económica, vale la pena aplaudir la entrada en vigencia de este acuerdo comercial, que el Banco Interamericano de Desarrollo viene apoyando desde su inicio. Estoy seguro de que en el futuro podremos verlo como un punto de inflexión en el largo proceso de integrar nuestra región al mundo.

Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo

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