¿Que debes hacer respecto de la fuga de capitales de tu país a los paraísos fiscales? ¿Cómo logras que 30 mil millones de dólares (un tercio del PIB anual de tu país) que está depositado en paraísos fiscales regrese a tu patria? ¿Cuál es el papel que deben jugar los políticos en esta materia? ¿Debemos mantener el statu quo o tratamos de cambiar esa realidad en beneficio del bien común? ¿Consultamos a la población para recabar su criterio o dejamos que el tema quede allí para que nada cambie? ¿Qué hacer? Estas y muchos otras preguntas vienen a la mente cuando reflexionamos sobre los paraísos fiscales.

En el Ecuador hemos decidido actuar frente a un tema que afecta al bienestar nacional.

Desde hace años estamos combatiendo la evasión tributaria y hemos generado una verdadera cultura tributaria, impulsamos intercambios de información con otros países, firmamos acuerdos para evitar la doble tributación, prohibimos suscribir contratos estatales con empresas instaladas en paraísos fiscales, luchamos frontalmente contra el blanqueo de dinero y el reciclaje de capitales al tiempo que combatimos transacciones que fomentan al crimen organizado.

Ahora, hemos decido hacer algo más. Hace pocos días, el presidente Rafael Correa  informó a la ciudadanía ecuatoriana que se realizará una Consulta Popular concomitante a las elecciones generales que se llevarán a cabo en febrero de 2017. En esa consulta se preguntará lo siguiente a la ciudadanía: ¿Está usted de acuerdo en que, para desempeñar una dignidad de elección popular o para ser servidor público, se establezca como prohibición tener bienes o capitales, de cualquier naturaleza, en paraísos fiscales?

Si el SI gana, los políticos y funcionarios públicos tendrán un año para retirar esos fondos de los paraísos fiscales, y en caso contrario, dejarán sus cargos.

Tenemos claro que los países fiscales ahondan las diferencias entre quienes más tienen y los que menos tienen. Es por eso que me atrevo a decir que combatir los paraísos fiscales ayuda a disminuir la inequidad y fortalece nuestra democracia.

El fin último que perseguimos es transparentar las transacciones financieras internacionales y, ante todo, gobernar por el bien común y por el buen vivir de nuestra población. Lo mejor de vivir en democracia es que la población elige a sus representantes y decide sobre las consultas que se les hacen.

Embajador de Ecuador en México

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