Casi todas las instituciones comiciales que emergieron en los años de la transición mexicana se tomaron muy en serio su responsabilidad de sistematizar datos electorales y ponerlos a disposición del público interesado. Ello nos ha permitido conocer —a través de la participación en las urnas— algunas pautas del comportamiento político los mexicanos.

A unas décadas de competitividad electoral, hemos aprendido que las mujeres tienen una probabilidad de votar (56%) mucho mayor que la de los hombres (44%). Sabemos también que apenas uno de cada tres jóvenes ejerce su derecho al sufragio. En Campeche, Colima y Yucatán se alcanzan tasas de participación que, en ocasiones, duplican a las de las entidades con menor participación (Aguascalientes, Baja California y Yucatán).

Pero a pesar de la riqueza de esos datos duros, seguimos sin comprender cabalmente las vivencias concretas de la vida en democracia. Las percepciones de la gente trascienden el momento electoral. Tienen que ver con factores tan diversos como la vida en comunidad o el desempeño institucional.

Vale la pena ocuparse de esas vivencias concretas, pues en todo el mundo hay signos alarmantes de insatisfacción. Mientras que Latinobarómetro arroja un 54% de apoyo a la democracia, datos del Eurobarómetro sugieren que 45 de cada 100 europeos está insatisfecho con dicho régimen.

De ahí el valor de ¿Cómo Vamos Ciudad de México? y otros ejercicios demoscópicos similares. En metrópolis como Bogotá, Cali, Lima, Río de Janeiro, y Santo Domingo, anualmente se ofrecen datos sobre la percepción ciudadana en temas como ingreso, desigualdad, vivienda, desarrollo urbano, seguridad, gobierno y ciudadanía. La ciudad es un espacio mucho más palpable para medir vivencias concretas y, por ende, trazar agendas de construcción democrática.

Según arroja la última entrega de Cómo Vamos, Ciudad de México? (elaborado por EL UNIVERSAL en conjunto con universidades e institutos), siete de cada 10 capitalinos está insatisfecho con la democracia. Además, ese indicador se ha ido deteriorando en los últimos años.

Algunos hallazgos del propio estudio son indicativos de la ruta para mejorar el arraigo y percepción del sistema democrático en la capital del país.

1.- Una buena noticia es que ha aumentado la participación de los ciudadanos en organizaciones de la sociedad civil. Ahí está el activo más importante para la construcción de ciudadanía.

No obstante, al preguntar sobre las agrupaciones vecinales, la participación ha bajado del 26% al 19%. Es necesario revitalizar este tipo de formaciones colectivas.

2. La relación entre ciudadanía y autoridades no representa avance significativo. Persiste la creencia que los representantes (diputados/senadores) no toman en cuenta sus propuestas de mejora. En cambio, al funcionario que ven más cerca es al jefe delegacional/alcalde. Queda clara la asignatura en el sentido de reforzar los canales de comunicación.

3.- A pesar de la tradición progresista de la Ciudad de México, en la urbe se continúa discriminando. El 54% de los capitalinos se ha sentido discriminado por su apariencia física, el 52% por su nivel socioeconómico y el 30% por su estilo de vida. Por fortuna, la discriminación por orientación sexual, tatuajes y VIH ha registrado indicadores a la baja.

4.- Uno de cada 20 capitalinos ha ejercido su derecho de acceso a la información, al promover solicitudes ante las instituciones. En la medida en que más capitalinos conozcan y estudien la información en poder de las autoridades e instituciones, mayor escrutinio ciudadano habrá sobre su desempeño.

5. Ha rendido frutos el esfuerzo del Instituto Electoral de la Ciudad de México por difundir su labor y exponer las razones que orientan sus decisiones. La confianza en esa institución creció seis puntos porcentuales.

Los estudios de percepción también ayudan a entender mejor a las sociedades y a trazar agendas. Enhorabuena por esta última entrega de ¿Cómo Vamos, Ciudad de México?

Miembro del Consejo General del IECDMX.
@yuribeltranm

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